Tras
dejar atrás la primera mitad del viaje entramos en Finistère, el departamento
más occidental de Bretaña y en el que la tierra se funde más si cabe con el
mar.
Tras
el éxtasis cervecero vivido en Côtes d’Armor, empezamos el planning cervecero
en Brest, capital del departamento e
importante ciudad portuaria. Tras dejarnos caer para hacer alguna compra en Breizh Attitude, una tienda de productos bretones (no confundir con el local del mismo nombre en Morlaix, en el que todo es ropa), entramos en Tir Na Nóg, un pub irlandés situado justo al lado, sin saber dónde nos metíamos. Allí probamos una de las cervezas más extendidas de toda Bretaña, Coreff. Por un lado la Dramm Hud (una especie de blonde subida
de tono y con quizás demasiada impronta de alcohol) y por otro una sorprendente
Ambrée tirada en hand-pump (como habréis comprobado en los anteriores posts, esta
forma de sacar la cerveza es relativamente común en Bretaña), ligeramente
acaramelada y con el punto justo afrutado, de entrada muy fácil.
Tras
alegrar la garganta nos dirigimos hacia la que iba a ser la primera sorpresa
negativa del viaje. Y es que dispuestos a disfrutar de un brewpub, el de la
Brasserie Tonerre de Brest, nos dimos con la frente contra una pared sin nada
de cerveza. Ni carteles, ni cerveza ni nada de nada. Tras preguntar y buscar
infructuosamente en las manzanas colindantes, algo sorprendidos y decepcionados
(aparece hasta en el Beeradvocate…)
nos fuimos a cenar a la que teníamos pensado guardar para más tarde, la Taverne Saint Martin, otro brewpub pero
esta vez enclavado en un restaurante que no nos supuso ninguna dificultad de
encontrar.
Arriba los exteriores. Abajo, los interiores del local con algunas de las 8 cubas.
En
éste último elaboraban 3 cervezas: una blanche (muy seductora en nariz pero con
poco fuelle en boca, suave, quizás demasiado) una blonde (algo metálica, con la
única gracia del punto cereal y cítrico pero sobrada de carbonatación) y una
ambrée aún más floja que las anteriores y con un extraño punto ácido final que
no nos dejó disfrutarla. Pero por suerte faltaba la comida, alsaciana y de
nivel bastante bueno. Un rico flammekueche (y un choucrute garnie, con codillo,
salchichas, patatas y col hervida (ésta última de las mejores que he podido
probar).
Arriba, el contundente ágape. Abajo, una pena que una birra con tan buena pinta no convenciera...
Con
las entrañas bien fortalecidas (y más aún para una cena…) nos fuimos a la que
en principio iba a ser la mejor referencia de Brest, Les Fauvettes. Supuestamente tenía que contener más de 300 cervezas en botella además de sus 10 tiradores de barril
pero según el gerente, al estar en verano no era buena época así que de
sorpresas nada de nada. Mucha alemana y belga que por aquí encontramos en casi
cada cervecería. Nos tomamos una ronda con unas belgas (Oud Villiers – nada que decir – y una Moeder Overtse Tripel bastante decente) y nos fuimos para el hotel muy
decepcionados con el nivel encontrado en Brest.
El
día siguiente bordeamos el bonito y escarpado litoral en dirección sur hasta
llegar a la bonita población de Locronan.
Allí según muchos se encuentra la mejor tienda de toda Bretaña para encontrar
todas las referencias artesanales: el Au
Loup Garou Gourmand, tienda también conocida como la Maison des 100 Bières Bretonnes.
Todas, todas las artesanas ya os digo que no estaban, y
menos las rarezas estacionales o las elaboraciones de micros pequeñas y muy
locales, pero una tienda verdaderamente espectacular si que nos encontramos. De
ahí que hiciéramos buen acopio para los días venideros por si las moscas… Y es
que otra sorpresa negativa como la de Brest y el coche cargado de hielo hubiera
sido un bar más que decente… :P
Tras
desplazarnos hacia la preciosa y fotogénica Pointe du Raz (foto de arriba), y parar en Quimper,
llegamos a Concarneau, otro de los centros amasadores de turismo y con razón.
Pero antes, a las afueras, visitamos las instalaciones de la Brasserie Tri Martolod para apagar las
penas vividas en la tarde noche anterior.
Esta
micro nace en 1999, y actualmente es la cuarta en producción de Bretaña tras
(en orden decreciente) Coreff, Brasserie de Bretagne (Britt) y Lancelot.
Funcionan a modo de cooperativa con 12 socios asociados, entre los cuales hay
otras micros bretonas como An Alarch,
quienes elaboran en las mismas instalaciones. Sus números asustarían a más de
un elaborador de la península: 2500L por cocción, 4 veces a la semana! Y repito
que hablamos de la cuarta productora de una región, Bretaña, de 27.000 km2 de
extensión (5000 km2 menos que Cataluña) y en la cual hay más de 25
microcerveceras… Así que como veis nos queda aún mucho camino por recorrer…
Arriba el bar alojado en la microcervecería.
Sus
cervezas nos causaron una muy buena impresión, perfectas para el día a día. Una
blonde (refrescante y de amargor pronunciado, herbal y cítrica), una blanche
(quizás la más floja de las que probamos, con el toque cereal además de cítrico
y con algo más de gas, un punto amargo marcado y algo metálica), una brune (agradables
torrefactos, regaliz y café pero suave, de cuerpo medio-bajo) y una rousse
(junto con la blonde, quizás la mejor, muy seductora en nariz gracias a una
buena dosis de lúpulo Nelson sauvin y Hallertau, sobre una buena base cereal y
con un ligero acaramelado, muy rica).
Arriba, las dos que más nos gustaron.
Además
de bar (como ya os hemos contado, las zonas industriales que rodean las
ciudades bretonas son un hervidero de cerveza…) también funciona como tienda y
venden cervezas de otros productores como en muchas otras microcerveceras
bretonas (otro punto del que muchos aquí deberían aprender), además de un
pequeño surtido de americanas y británicas (Badger, Theakston, Meantime, Greene
King, Fullers, Marstons), entre las cuales no pudimos evitar comprar algunas (Fuller’s
Black Cab Stout o Marston's Pedigree V.S.O.P.).
Arriba, haciendo "negocios"... ;P
Y
aunque las aventuras birreras por Finistère no terminan aquí, para no hacerlo
mucho más largo, en el próximo post terminaremos con la última experiencia
cervecera de este departamento y lo juntaremos con lo vivido en Morbihan, el
último departamento de Bretaña antes de ir a Nantes.
P.D. Como recomendación, si estáis por Concarneau y os apetecen crêpes, no dejéis de visitar Le Pennti, medio escondida en una esquina de la plaza que hay en la Ville Close. Y por pedir, una mesa en el jardincito del fondo. Toda una gozada.
Jojojo habría que ver ese maletero al llegar a vuestra casa... seguro que a la vuelta el coche iba gastando un par de litros cada 100km más que a la ida :-D!
ResponderEliminarJajaja!! Pues casi que el coche iba con la parte delantera levantada... XD!! No, la verdad es que fue espectacular cruzarse con algunas tiendas y como comprenderás fue complicado contenerse... pero con la Reina Lúpula detrás a ver quien se pasaba de la raya... jeje!! Saludos Diego!
EliminarVaya, vaya, me han impresionado mucho los datos de las cantidades de cerveza que se elabora en esa microcervecería y más aún imaginarme cuanto puede llegarse a producir en toda la región por la proporción... la verdad es que es espectacular! Y como es que llega tan poquito aquí? Le has sacado algunas palabras al respecto a alguien? te has montado tu mismo alguna teoría? no se, alguna explicación debe haber, no? jejejeje. Bueno, conjeturas aparte, enhorabuena, como siempre, cada vez me dan mas ganas de irme para alla! jejeje. Un saludo!
ResponderEliminarHola Raul, disculpa tu y los demás por mi tardanza en contestar pero he estado desconectado unos días, jeje! La verdad es que es muy curioso lo del dato. Lo de que no llegue a nuestras tiendas y bares por lo visto se debe a que el consumo interno es tan alto que no queda nada para fuera, más o menos como ocurre en la R. Checa. Las más grandes (Lancelot, Britt y demás) sacan suficiente y algún exportador francés si que lo mueve pero son excepciones por el momento. Bueno, pues como siempre, muchas gracias por tus palabras!! Un saludo!!
EliminarAaaah, pues que mala suerte! Habrá que ir para allá... es curioso pero, por los franceses con los que he tenido contacto, creía que eran muchísimo más de vino, pero claro, habrá de todo... gracias por la respuesta, un saludo!
EliminarJejeje!! Bueno, Francia y vino casi son como sinónimos pero lo bien cierto es que al menos en la Bretaña la cerveza tira mucho! Saludos!
EliminarMaestros!! Menudo veranito me estáis dando con vuestros posts de los viajes!!!
ResponderEliminarMestre! Pues ya te contaré con detalle y sobretodo te enseñaré tu parte del botín como ya te dije... eso si te dará envidia de la buena!! Jajaja! Una abraçada!!
Eliminar(TEDASCUENYOYO) YO QUIERO BOTIN, YO QUIERO BOTIIIIIIIN!!!! JAJAJAJA, ENHORABUENA DE NUEVO POR TUS POSTS, SENCILLAMENTE INCREIBLES. GUARDAME RANAAAAAAAAS :-)
ResponderEliminarOYES, A QUE SABE LA HIDROMIEL? LA EMBOTELLAN O SOLO GRIFO?
Jajaja!! Croac, croac!! Te han gustado las ranitas, eh? Jeje! Bueno, y gracias por tus parabras Jorge! Sobre el hidromiel, pues yo no encontré nada de barril, sino solo en botella, pero como en todo hay que saber qué marcas probar, igual que con sus sidras, hay de todo, de bueno, muy bueno o de normalillo... Saludos!!
EliminarLo mejor sin duda la tienda de las cervezas artesanales. Qué pinta tiene en foto! Me encanta. No me extraña que no pudieseis resistiros a hacer buen acopio de existencias. Esta serie de posts te están quedando genial. Me van a venir de perlas para cuando viaje para la zona. Salu2!
ResponderEliminarHola Juan! Pues sí, la verdad es que la tienda es una pasada, y además estando en Locronan, un pueblecito con mucho encanto. Gracias por tus palabras también... pero tanto piropo al final me lo creeré... ;). Pues espero de verdad que te sirva si decides viajar a Bretaña en un futuro! Saludos!!
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