24 sept 2012

Mi corta pero intensa evolución cervecera.



En su momento el compañero Max me sorprendió muy gratamente con un post en el que mostraba sin tapujos cual había sido su evolución en este maravilloso mundo de la cerveza. Me pareció una reflexión muy interesante y de la cual se podrían extraer buena cantidad de conclusiones así que pensé en hacer lo mismo sin más pretensiones que compartir una introspección en voz alta. Vamos pues allá.


La verdad es que me hubiera gustado decir que empecé a tomar cerveza desde bien pronto, casi como un sustituto de la leche materna, pero no. Mis primeros contactos con nuestra querida fermentada de cebada fueron tarde, muy tarde, a pesar de estar rodeado de amigos y familiares que la tomaban a diario. Por una razón que sigo sin comprender mi paladar no hacía muy buenas migas con el sabor áspero y amargo de los botellines de Aguila-Amstel, San Miguel o Damm (Mahou, por aquella vieja manía de los valencianos hacia todo lo que viene desde Madrid, no entraba en casa de mis padres). Así que como mucho me atrevía de tanto en tanto con algunas refrescantes claras (cerveza con gaseosa… sí, lo confieso…).

Finalizando la adolescencia, momento en el que muchos decantamos nuestras preferencias por algo líquido (y alcohólico), elegí el vino. Y rápidamente empecé a sumergirme más y más en ese universo: variedades de uva, denominaciones, terroirs, bodegas, coupages… Algo fascinante a pesar del aura snob y en ocasiones algo pedante que rodea a todo este mundo. Pero llegó el boom y con él se multiplicaron los vinos “corrientes” con etiqueta de corte moderno y a precio de oro, el número de catas y con ellas los “entendidos” (ya me entendéis...), las enotecas y vinotecas, los libros, artículos y monográficos en periódicos y revistas, más libros… En fin, que me harté un poco de todo ello y preferí apartarme de esa burbuja, siendo la pasión por un lado y la curiosidad por desgranar el contenido del vaso por otro, lo que trasladé a la cerveza, que ya me gustaba.

Por esa época la cerveza la consideraba poco más que una simple excusa para juntarme con amigos, colegas o familiares, sobretodo como aperitivo, y en ningún momento profundicé más allá de las premium lagers comerciales de aquí. Hasta que de repente un día mis papilas quedaron absolutamente fascinadas con la Voll Damm, cerveza que durante mucho tiempo fue prácticamente la única opción que elegía al salir. Y lógicamente, a raíz de la conocida “doble malta” (por cierto, estrategia de venta muy exitosa, estemos o no de acuerdo con su significado), empecé a buscar más allá: Alhambra Reserva, Mezquita, entre otras cervezas que ofrecían algo más que el resto de clones. Además, como buen coleccionista, me hizo gracia empezar a guardar las botellas de las cervezas que bebía. Y así, con una excusa más, seguí buscando y probando.

 Cuantos buenos momentos me dio ésta cerveza...

Así vinieron las cervezas que encontraba en hípers y súpers (en ese sentido es de destacar la vasta oferta que por aquellos entonces tenían los hípers de la conocida cadena de almacenes del triangulito verde), las weizen alemanas (que rápidamente pasaron a convertirse en mis cervezas favoritas…), alguna que otra belga y muchas lagers. Cuando se me quedó corto tal repertorio empecé a buscar por las tiendas de productos foráneos, y cuando parecía que se terminaban las posibilidades, de repente y como caída del cielo en una de esas búsquedas por la red me topé con un edén muy próximo a mi casa: la Cerveseria Quintana.

Y es que hace no demasiado, encontrarse dos neveras de cuerpo entero no era lo más habitual, y menos aún en un pueblo de poco más de 5000 habitantes situado a más de media hora en coche de la capital del Turia. Que si el aura que rodea a las cervezas trapenses, el curioso sabor de la Rodenbach o la Duchese de Bourgogne, el lúpulo de la Hommelbier, dos grandes teutonas como Schneider Aventinus (ahora TAP6) y Weihenstephaner Vitus, el vaso de la Kwak, las curiosas botellas blancas de Delirium Tremens y Gulden Draak… Aquel vergel de perdición líquida con casi 100 referencias parecía interminable y, no nos olvidemos, estaba repleto de etiquetas en continua rotación… ;-)

  Pasan los años y éstas alemanas siguen entre mis favoritas.


Con el tiempo, lógicamente las neveras fueron quedándose pequeñas y empecé a repetir, pero también a buscar más allá para saciar mi creciente avidez. Fue entonces cuando aparecieron en mi vida las tiendas online. ¡Eso sí que fue una perdición! Una barbaridad de cervezas a unos pocos clicks de casa…

Por esas alturas las cervezas belgas acaparaban mis preferencias. Dulzonas, especiadas, corpulentas y un tanto alcohólicas (en algunos casos demasiado), pero las veneraba. Por el contrario no podía con las cervezas británicas (aunque tampoco había probado tantas como para afirmar algo de forma tan taxativa), especialmente las stout (cuanto daño hace la Guinness y sobretodo quienes la regentan en este sentido…). Pero con eso de ir probando más y más les fui pillando la gracia (muy poco a poco, eso sí) y también a las cervezas con el lúpulo como protagonista (no sabría decir si lo primero llevó a lo segundo o viceversa). Con esta florecilla fue casi como un amor a primera vista. Flechazo rápido y a pesar de algunos encontronazos, extremos en algunos casos, caí perdidamente enamorado de sus virtudes. IPAs, doble IPAs, que si yanquies, británicas, belgas, nórdicas… Un mundo en sí mismo.



Y casi sin pensarlo me embarqué en esto de los blogs cerveceros, muy virgen y sin las ideas muy claras aún, pero con mucha ilusión y con unas ganas enormes de aprender cada día un poquito más.

Pero volviendo a la cerveza, llegó un momento en el que me di cuenta de que las stout, y más aún las imperial stout, se habían cruzado unas cuantas veces de forma satisfactoria en mi camino, así que empecé a profundizar. En este sentido hubo un nombre que me abrió los ojos de la perversión “petrólea”, la Nogne Imp. Stout, una cerveza mayúscula. Luego vinieron todas las demás, que si pasos por barrica, rarezas con ingredientes como café, chocolate o chiles… pero aquella botella ataviada con la etiqueta de la O rayada en color azul nunca se me olvidará.


 
Por esas alturas una de las cuentas pendientes seguían siendo las cervezas espontáneas ya que desgraciadamente por aquellos entonces no existía la disponibilidad actual para elegir, y como mucho nos teníamos que conformar con alguna de las copias adulteradas de las megacerveceras belgas. Hasta que un día cayó en mis manos una Cantillon, concretamente la Gueuze (¿qué mejor manera de desvirgarse, no?), algo que tanto y tanto tiempo había estado esperando, temiendo que lo más probable es que no me gustara como a tantísima gente antes. Pero fue acercarme la copa y ese elixir acre me enamoró casi con solo olerla, más aún que el mundo del lúpulo en su día. Así que fueron desfilando por mi paladar una tras otra, que si gueuzes, lambics de frutas, sour ales y rarezas varias, quedando cada vez más atrapado entre las ácidas fauces de este mundo. Además, y por si no estaba ya bastante seguro de mi amor por las espontáneas, el magnífico viaje a Bélgica de hace aproximadamente un año ahondó más si cabe esa pasión.



Cuántas más cervezas probaba, más quería conocer, y así, buscando incansablemente, llegaron dos maravillosas revelaciones que me marcaron un antes y un después: Schlenkerla Märzen así como Urbock. Mucho había leído al respecto por lo que les tenía verdadero pánico a esas granadas de humo alemanas, pero más que una experiencia negativa fueron la confirmación de que lo mío es ir contracorriente. Al igual que las espontáneas, las rauchbier y las cervezas ahumadas en general fueron un flechazo que dura hasta hoy en día.



Lo siguiente, muy reciente pero aún así no sabría decir el cuando ni exactamente el porqué, fue darme cuenta de que me había vuelto un apasionado por las cervezas británicas, y en menor medida, de las alemanas menos rimbombantes. Quizás fuera consecuencia de hartarme de las cervezas extremas y/o descompensadas, con mucho alcohol, lúpulo o dulzor… O por decirlo de una forma más romántica, algo así cómo quien anda por un camino tortuoso, un tanto perdido y desorientado, y de repente ve la luz con algo aparentemente tan sencillo y que le llena por completo.

 Por qué pocas cosas cambiaría una pinta de una buena ale británica...


Seguramente os habréis percatado de que en todo este recorrido cervecero personal faltan las cervezas artesanas locales. Pues si no me falla la memoria las probé por primera vez más o menos por la misma época en que conocí las tiendas online y tengo que reconocer que me ilusioné irracional y desaforadamente: tanta oferta y de tantos lugares… Pero fue pasando el tiempo, y con éste la cartera fue menguando, y fui quedando más y más decepcionado, con excepciones muy contadas. Una frase que quizás encajaría con la sensación que tenía podría ser: “bueno, no está mal, tampoco es ninguna cosa del otro mundo pero para lo que cuesta…”. Así que llegó un momento en el que no quería ver las artesanas ni en pintura. Seguían saliendo como setas en otoño, casi de forma exponencial, y lo poco que probaba no me decía mucho más que todo lo anterior. Pero hace un año o así empecé a ver la luz al final del túnel y de un mundo en el que parecía primar la homogeneidad y un nivel de aprobado raspado (siendo muy benevolente), pasé a encontrar elaboraciones que se desmarcaban con una creciente calidad. Así que volví a meterme en el ajo, pero cuando aún no había ni tomado aire vinieron las ediciones especiales, las colaboraciones y demás denominaciones que en el fondo (y salvando unas cuantas excepciones, que las hay y muy buenas…) no eran más que elaboraciones algo más especiales a un precio sustancialmente superior. Así que por efecto rebote me volví a alejar, esta vez más ilusionado y confiado por ver cómo se iban haciendo mejor las cosas, pero más exigente si cabe y dejando de lado viejos arrebatos.


Y de este modo llegamos a la actualidad, momento en el que casi sin darme cuenta me he convertido en uno de los veteranos en esto de los blogs cerveceros (aunque en el fondo sigo siendo el mismo pipiolo que empezó con algunos conocimientos más), gozando de un abanico gigantesco de posibilidades, con un panorama verdaderamente ilusionante, con decenas de tiendas físicas, online y bares que ni en los mejores sueños hubiera imaginado, pero buscando la sencillez y las cosas bien hechas en lugar de tanto experimento, que de tanto abusar terminan por cansar hasta el beerhunter más inconformista.

Y para cerrar un post tan personal no podía sino hacerlo brindando y compartiendo alguna de esas cervezas clásicas que en su momento me enamoraron y nunca me canso de repetir: Orval, Rochefort 10, Chimay azul o Schneider TAP6. Y de fondo, sonando una de mis canciones favoritas de Warcry (sí, soy puro corazón metalero).


¡Prost, amigos!

* Todas las fotos tienen sus respectivos derechos de autor.

26 comentarios:

  1. Muy bueno! todos tenemos nuestra historia detrás, yo también conté la mía hace tiempo... pero creo que todos, tarde o temprano pasamos, al menos, por dos fases parecidas: la de la premium española, rollo Voll Damm y la 1º de las belgas, es inevitable! Si te soy sincero, echo un poco de menos algunas yankees, no? Quizá no causó un impacto tan grande en ti como lo hizo en mi, porque yo flipé cuando descubrí todo eso... jejeje. Respecto de las artesanas españolas, tengo que decir que, desgraciadamente, estoy de acuerdo. Un saludo!

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    1. Me alegro que te haya gustado, ;). Sobre las yankees en realidad me refiero a ellas cuando hablo del mundo del lúpulo, aunque no personalice en ninguna marca en concreto. Me marcaron, sí, y mucho, pero quizás fueron más fuertes las sacudidas que en su día me dieron las belgas, más tarde las espontáneas en general y las imp. stout (aquí incluiría también de USA) y últimamente las británicas. En cuanto a las artesanas, pues por desgracia me temía que no sería el único en pensar así. Un saludo!

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  2. Como dice Aniceto, detrás de todo buen cervecero hay una larga historia detrás que explica cómo llegó a ser la cerveza su pasión. En mi caso, sí que fue una de mis bebidas favoritas desde mi adolescencia, pero claro la forma de consumirla no era la misma que ahora. A pesar de haber probado bien joven la Guinness y alguna cerveza belga que me parecían en un comienzo demasiado alcohólicas, mis gustos iban enfocados a las pilsner alemanas. En mi recorrido cervecero hubo dos puntos de inflexión en sendos viajes: Uno a Centroeuropa donde descubrí las cervezas de trigo, y otro a Bélgica, donde encontré un universo maravilloso de un sinfín de cervezas. De eso hace ya unos cuantos años. Desde entonces mi pasión por la cerveza no ha hecho más que crecer y crecer, viajando, leyendo mucho y sobre todo bebiendo buenas cervezas. Mis gustos cerveceros han estado centrados en los clásicos alemanes y belgas, pero las norteamericanas, me fascinan también. En cuanto a las españolas, pues hay de todo como en botica. En el último par de años es cuando he probado más cervezas autóctonas, y las ha habido de todos los colores (a lo que contribuye que muchos se apuntan a elaborar y comercializar cerveza sin estar debidamente preparados), pero hay algunas también que merecen mucho la pena.
    Al final voy a terminar escribiendo mis memorias, jejeje. En definitiva quería darte la enhorabuena por tu post introspectivo a la par que interesante. Es muy enriquecedor compartir experiencias, jejeje. Salu2!

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    1. JAB, como confirmas tu mismo, hay muchos que empiezan desde bien pronto su pasión por la cerveza, de ahí que remarque con cierta envidia que mis comienzos fueron tan tardíos, porque entiendo que no es lo más común. Sobre tus gustos desde bien pronto, no sé por qué me imaginaba que irían relacionados con las alemanas, jeje! Quizás porque te has declarado germanófilo en numerosas ocasiones, jejeje! Me encantará leer tu réplica al post y me alegro mucho de que también te haya parecido interesante. Saludos!

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  3. Gran post, y muy interesante. Porque aunque cabe suponer que las historias sean similares, veo que cada uno tenemos una trayectoria muy diferente.

    Nos tocará, como JAB, ponernos a escribir nuestra historia cervecera. Claro, que nosotros tendremos que escribir cuatro posts!!

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    1. Muchas gracias a tí también, Barón! Por eso que apuntas me pareció tan interesante compartir mi experiencia, porque creo que la base de las industriales locales, las belgas y las alemanas más o menos las compartimos todos, pero hay muchos detalles y experiencias concretas bien distintas. Como a JAB, espero leeros pronto!

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  4. Muy Pero muy interesante post señor lupulo.
    Creo que todos los que estamos en este mundo, empezamos por un estilo en concreto, yo empeze primero con todas las belgian posibles, despues me fui inclinando un poco por las imperial stout, en ese lapso, fui descubriendo todas las cervezas nacionales. Y bueno uno tambien, dependiendo del clima, tiene su estilo predilecto. Creo que me has dado tema, para un futuro cercano post.
    Saludotes!

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    1. Muchas gracias Miguel, me alegra mucho que te haya gustado. Sobre tu caso concreto con las belgas, aquí en la península ibérica ocurre algo similar ya que hasta hace pocos años eran junto con las alemanas casi la única opción en cuanto a cervezas importadas. Por suerte ahora la oferta es mucho mayor y cada cual puede elegir entre un abanico mucho más amplio. Espero tu post! Un saludo!

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  5. (TEDASCUENYOYO) OOOOOOOOOHHHH, QUE TIENNNN-NOOOO XD. ME HA GUSTADO MUCHO TU POST PAU Y ME HA HECHO RECORDAR TAMBIEN MI TRAYECTORIA, TAN IDÉNTICA EN ALGUNAS COSAS Y TAN RADICALMENTE OPUESTA EN OTRAS. GRACIAS POR SINCERARTE ;)

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    1. Muchas gracias Jorge!! La verdad es que tengo mucha curiosidad por saber en qué te alejas de forma tan radical, jejeje! Sobre las semejanzas, supongo que estarán en las alemanas, y mas concretamente en las weizen, no? ;P Un saludo!

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  6. Menuda paja, salpìcó hasta aquí, pipiolo que eres un pipiolo jejejeje. Menos mal que ya no bebes "voll-Down" xq si no haces la biografía completa desde que empezaste a dejarte greñas hasta hoy jejejejejjeje. Por cierto el viernes al salir del curro todavía tuve tiempo de acercarme a ver lo que quedaba del concierto de Warcry ( por suerte quedaba hora y media) y sonaban de la ostia jejeje, que conste que levanté una Mahou a tu salú jejeje.Abrazu

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    1. Jajaja!! No sabes lo que me he reído al leer tu comentario ;). En cuanto a Warcry, se ha de ser muy cabrón para dejar caer eso, jajaja! Menuda envidia... Al menos si brindaste acordándote de mi lo compensas un poco... XD. Un abrazu!!

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  7. Desde ya me alegra y honra haber sido un poco la inspiración para este post y espero que el tuyo ya inspirado a otros a escribir algo parecido (por más onanista que sea todo esto). Creo que es bueno que todos miremos un poco hacia atrás y veamos que mucho de lo que hoy consideramos mierda en algún momento nos gustó y si nos gustó, tan mierda no habrá sido...

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    1. Un poco no, Max, la inspiración en absoluto ;). Me gustó mucho aquel post y también creo que es muy importante no olvidar de dónde venimos como bien dices y de ahí el post. Un saludo!

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  8. Muy sincero e interesante... pero ahora que ya lo has probado todo (o casi).... te pasarás a la SIN ??? JA JA JA!!! Un abraç crack!

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    1. Jajaja! Mestre, antes me dejo la cerveza... aunque pensándolo un poco, eso es mucho decir... XD!! Un abraç!!

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  9. Uffff....Pau, como tocas las fibras más sensibles...que recuerdos, que inicios. Yo aún añoro aquellos primeros experimentos en la "cope" (no la emisora de radio, así se conocía en mi pueblo a la cooperativa, el primer Eroski) con unas latas de Eichbaum (preciosas por otra parte...y que aún conservo), una pils más que decente. Guardaba las latas, las botellas...hasta que me quedé sin espacio físico y me pasé a las etiquetas.

    Pero hasta entonces, la búsqueda de nuevas cervezas era incansable. Todavía no era tiempo de Internet, al menos tan generalizado como ahora y estas búsquedas se reducían a los supermercados del triangulito verde y a una de las primeras tiendas de Delicatessen que se abrió en Bilbao, en la Plaza Nueva concretamente, y donde compré mis primeras Coopers (hace casi 20 años ya de esto...todo un acontecimiento, jajajaja) pero que por desgracia, cerró.

    Mi primer libro sobre cerveza (si, el de Michael Jackson)...mi primer viaje a Alemania, uffff.

    Ayysss, que recuerdos, jajajajaja. En fin, gracias por removerme el pasado, al menos este :)

    PD: Por cierto Pau, compartimos gustos en cuanto a género musical

    Prost!!!!!

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    1. Empiezo por el final... ¡me alegro por la coincidencia en cuanto a música! Más razones para una futura quedada si me acerco por tu Euskadi o si pasas por Valencia :).

      Sobre el espacio físico del coleccionista, conozco a muchos que como tú pasaron de latas a algo menos voluminoso, jeje! Yo directamente pasé de las botellas a etiquetas, así que me ahorré un buen bulto ;).

      En cuanto a la Coopers... uff!! Esa de 20 años ya tiene mérito, ya... jeje! Ya me gustaría ver tu colección! Qué gozada!

      Pues nada, me alegro mucho que te haya gustado esta moviola de entrada hacia el pasado!

      Prost amigo!!

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  10. Excelente, sinceridad y pasion.
    Salud !

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    1. Muchas gracias. Es un halago enorme viniendo de tí.

      Saludos!

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  11. muy buen post!!! todos tenemos nuestra historia cervecera detrás y todas (la inmensa mayoría) empiezan por esas lagers industriales que ahora nos parecen simples refrescos de cebada.

    El otro día revisé mis mails para ver cuando compré le kit para hacer cerveza en casa... 2004!!! joder que viejo soy!!! Pero eso no fue lo que cambió mi vida cervecera.

    El punto de inflexión en mi vida cervecera fueron dos viajes a USA por temas de trabajo. En el primero descubrí esas cervezas que sabían "a marihuana", eso no era cerveza! alguna ni me la terminé, ese gusto dulzón pero amargo, herbáceo y raro era demasiado para mis lagerizadas papilas gustativas. En el segundo viaje ya las buscaba :) y si ahora me arrepiento de haber dejado ese curro es exclusivamente porque se que habría tenido uno o dos viajes anuales a los USA y me habría puesto como hasta las cejas de lúpulo y comida a precios de saldo...

    gracias por el post!

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    1. Muchas gracias a tí también por compartir tu experiencia! Menuda envidia por esos viajes a USA... jejeje! Poder disfrutar de todo eso in situ debe ser una auténtica gozada.

      Y en cuanto al kit ese, más que pensar en si eres viejo me planteo que tras 8 años haciendo tus pinitos en el homebrewing alguna receta buena seguro que habrás sacado... ¡Yo me tengo que poner pero ya!

      Gracias de nuevo y saludos!

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  12. excelente post! has describido el camino del beergeek sin mas ni menos, no importa el orden todos pasamos por eso... hasta el alejarse de las artesanales locales jajaja me encantó esa parte porque es en la que me encuentro yo aca en México.

    Excelente lupuloadicto y todavía lo que falta por probar y recorrer!

    Salud!

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    1. Muchísimas gracias Eslem!! ;). Tengo verdadera curiosidad por probar algunas artesanas de tu país ya que por aquí no llega nada. No sé hasta que punto el panorama es similar pero entiendo que compartimos algunos puntos de amateurismo y que queda mucho camino por trabajar.

      ¡A seguir bebiendo y descubriendo!

      Saludos!

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  13. Que ganas tenía de leerme detenidamente este post. Finalmente he encontrado un hueco.

    Pues como cada vez que alguien repasa su pasado cervecero (Pivní en su post, gente en directo) veo que siempre tengo algunos puntos compartidos con todo el mundo. En tu caso, mi acercamiento al vino en un momento puntual, las Voll Damm (volldamistas al poder) y la influencia belga.

    Muy interesante leer toda la historia completa, de la que conocía algunos capítulos, como los más recientes de tu pasión británica :-).

    Espero ponerme al día ya de posts, que este también lo tengo pendiente desde el de Max. ¡Saludos!

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    1. Hola Joan! Tu comentario me reafirma en la opinión de que lo mejor que nos dan los blogs es aprender compartiendo con la gente. Un ejemplo es lo del acercamiento al vino que comentas ;). Me alegro que te haya resultado interesante y espero que te animes con tu post. ¡Saludos!

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