Entrando en territorio Gueuze...

Hace poco pude adquirir varias de esas cervezas que no son precisamente populares: Lambic, Gueuze, Faro, Kriek… Pero no me refiero a cervezas con esos nombres escritos en la etiqueta ¡No! De esas ya he probado bastantes... Las hay a patadas y muchas veces son poco más que jarabes afrutados y extremadamente dulces. Me refiero a esas cervezas que realmente hacen honor a esa nomenclatura, esas que con solo olerlas ya tumban a más de uno por ser ácidas, ásperas o, como también había escuchado, por ser puro vinagre.

La verdad que sentía curiosidad (a la vez que un poco de respeto) por enfrentarme a alguno de estos colosos. Tanta fama y quizás no me gustaran… Aunque tambien es verdad que no sería ni el primero ni el último… Así que un día que estaba suficientemente inspirado y con la mente tan abierta como pude me lancé a por la que más gracia me hizo por su aspecto, la Girardin Gueuze 1882 etiqueta negra (por lo que he leído por la red existen dos versiones, una sin filtrar con esta etiqueta negra, y otra filtrada con una etiqueta blanca).

La presentación era inmejorable. Una preciosa botella de 75cl, con una sencilla pero elegante etiqueta, coronada con un tapón de corcho (quieras que no esto ya da puntos a favor…). La cosa prometía. Al verterla fluyó un hermoso líquido dorado viejo y ligeramente turbio, formando rápidamente una espuma blanca/amarillenta, de burbuja pequeña y muy compacta y cremosa. Rápidamente empezaron a desprenderse notas agrias y avinagradas, como de barrica o madera húmeda, notas profundas e intensas, acompañadas por un fondo ligeramente picante. Muy apetecible, la verdad. Fue pasar a boca y me vino una explosión afrutada (como una mezcla de manzana y cítricos) a la par que muy seca, áspera y agria (me recordó a una sidra de manzana, pero extrema y también a algún vino de Jerez). Al final volvía a aparecer ese fondo picante (como azufrado). En conjunto una cerveza muy refrescante, ligera y verdaderamente espectacular en todos los sentidos.

Antes de tomarla tenía un poco de miedo a que la enorme fama de este tipo de cervezas lo arruinara todo (algunas veces incluso llegué a pensar que había mucho marketing detrás de todo). También pensé, y lo que es peor, que podría ser que no me gustara, y eso me aterrorizaba. Creía que así de buenas a primeras igual era un tanto difícil de tomar, pero cuan equivocado estaba ya que disfruté como un niño. ¡Fabulosa! Pero dejando todo este éxtasis a un lado, puedo comprender que no se trata de una cerveza fácil para todos los gustos y que a más de uno le pueda tirar para atrás.

¡¡¡Desde este momento declaro bienvenido lo ácido y lo áspero!!!