13 may 2011

3er día: Barceloneta, Born y… ¡mucha más cerveza!

Tras un par de entradas de por medio, seguimos con nuestras andanzas por la Barcelona más birrera.

Jueves, segundo día en Barcelona y tercero de la escapada, nos levantamos con el ánimo de visitar tantos locales cerveceros como nos fuera posible ya que sin quererlo se nos acumulaba la “faena”. Pero como tampoco era plan de abusar de buena mañana y varias cervecerías no abrían hasta media tarde, nos fuimos a pasar la mañana a ese reducto marinero llamado la Barceloneta.

Más que pisar sus repletas playas de turistas nos apetecía adentrarnos en una Barcelona menos turística y sofisticada, con las calles estrechas repletas de señoras mayores acicaladas con decenas de rulos de colores en el pelo y adelantándose las unas a las otras (carro de la compra incluido) con más pericia que muchos coches por la circunvalación de Valencia. ¡Ah! Y todo bajo una inmensa selva de sábanas colgando de los balcones. Una estampa difícil de olvidar…

Pero además, como casi siempre, teníamos otra razón para visitar este barrio: satisfacer el estómago. Difícilmente hay una zona de Barcelona con tantos y tan buenos locales para tapear, algunos rallando la excelencia y otros, como es lógico, metiendo sablazos al incauto guiri. Por suerte, las recomendaciones del gran amigo Txema nos evitó lo último. Tras unas maravillosas y típicas “bombas” (una especie de bolas de patata rellenas con carne picada y cubiertas con una rica salsa picante) acompañadas por unas más que correctas cañas de Estrella Damm en el Bar La Bombeta, nos fuimos a otra parada obligatoria, La Cova Fumada, local en el que cayeron irremediablemente otra ronda de deliciosas bombas (aunque más pequeñas…) además de un sinfín de platos para picar (inolvidable la “esqueixada de bacallà”, un plato de bacalao desmigao con aceitunas negras y rociado con aceite de oliva), regados todos ellos con más cañas si cabe.

Arriba las bombas de La Bombeta y abajo la “esqueixada” de La Cova Fumada.

Tras éste, vino el turno de otro local, El Vaso de Oro, en el que nos pedimos su “famosa” cerveza de barril (una mezcla al 50% entre la Damm rubia y negra), la cual, aunque bien tirada, nos dejó un tanto indiferentes (por cierto, que este local también tiene una cerveza artesanal propia, Fort, que según nos contaron más tarde la elabora Rosita). Para cerrar la ruta de tapeo, con las persianas casi bajadas, nos tomamos un soberbio vermut casero en el Bar-Bodega L’Electricitat. Para que no se diga que en la vida todo es cerveza…

Después nos dirigimos hacia el barrio del Born para disfrutar de las majestuosas calles empedradas repletas de antiguos palacios y palacetes, todo ello coronado por la totémica obra del gótico catalán, Santa María del Mar.

Pasadas las 16h. llegaba por fin la hora de irnos por algunos de los locales más puramente cerveceros. El primero de la tarde iba a ser La Cerveteca (c/ Gignàs, 25). Situado en un bajo que hacía esquina entre dos calles, nos llamaron mucho la atención sus interiores además de su dinamismo, con gente entrando y saliendo continuamente y con dos paredes exteriores cubiertas con grandes ventanales que impedían cualquier tipo de intimidad.


En una esquina estaba la barra con sus respectivos tiradores, y en otra encontrábamos dos paredes que funcionaban como las estanterías de la tienda (tenían Meantime, Rogue y Schlenkerla, un par de Cantillon, varias Guineu y Agullons, entre otras). En medio de todo esto encontrábamos unas cuantas mesas-barril carentes de sillas, cerca de las cuales había un par de neveras con cervezas frías para tomar en el local o para llevar. Nos gustó bastante el local ya que no queríamos tomarnos más que unas cañas, pero también es cierto que si hubiéramos preferido tomárnoslas con mayor tranquilidad, o incluso sentarnos, el tema se hubiera puesto más complicado…


Tenían 9 barriles, tres de Brew Dog (Punk IPA, 5 A.M. y Trashy Blonde), y unos cuantos más de la alemana Aktien (creo recordar que también uno de Agullons pero no estoy seguro). Nos decidimos por una cañas de 5 A.M. y de Punk IPA, con las que quedamos plenamente satisfechos. A continuación, de la nevera elegimos una Rogue Kells Irish Lager para intentar reconciliarnos con esta conocida cervecera americana, pero esta lager no nos hizo cambiar de idea. Seguidamente compartimos una Meantime Yakima Red charlando con Rubén (Cerveteca) y con Robert (este último casualmente es el mismo americano que nos encontramos en Drunk Monk días atrás…). Se trataba de una red ale, por lo visto de edición limitada, y muy fácil de tomar que nos hubiera gustado poder degustar con mayor sosiego pero entre que iba pasando el tiempo y las piernas pedían algo de asiento no pudo ser así. Tras cargar con dos Cantillon (Kriek y Rosée de Gambrinus) a sabiendas de antemano el meneo que les íbamos a pegar, proseguimos con la ruta.

La siguiente parada iba a ser la cervecería El Flabiol (Rambla del Brasil, 55). De antemano varios conocidos nos habían avisado que este referente con 29 años a las espaldas no merecía la pena ya que había bajado mucho el nivel en los últimos años. Pero como buenos amantes de la exploración birrera no lo pudimos evitar. Bastante alejado del centro se encontraba este minúsculo pero curioso local. Con tanta breweriana por todas partes (jarras, copas, infinidad de botellas monoblock, preciosos posters y carteles…) era difícil que nos disgustara.


Tras echarle un vistazo a las dos neveras (ya que no nos convenció Paulaner, su único barril) nos decidimos por una botella de El Flabiol 25 años (cerveza conmemorativa del local elaborada por Van Steenbergue) y una bière de garde francesa con etiqueta curiosa, La Choulette (cuyo peculiar y largo nombre mejor lo veis en la foto). Ambas correctas.


Independientemente de la variedad existente en el local (centrada en lo belga más común aunque con alguna otra cosa curiosa) la posibilidad de poder tomarse una cerveza rodeado de tanto "cachivache" es una experiencia que sin duda recomendaría a cualquiera que se pase por Barcelona. Además, dos conocidos nos comentaron que por lo visto nada más volver de Bélgica (país que Jordi Chamayou, el dueño, visita todos los años allá por agosto) las neveras toman otro color que ya quisieran otros locales. Será cuestión de comprobarlo…

Tras el Flabiol nos fuimos, recomendados por un buen amigo, a la siguiente parada, relativamente cercana a pie, la Cervecería Freiburg (C/ de l’occident, 12). No del todo fácil de encontrar y tampoco excesivamente grande, este local situado en l’Hospitalet (de Llobregat) nos dejó muy gratamente sorprendidos.


A ojo de buen cubero diría que tenían más de 200 cervezas, muchas americanas (Short’s Brewing, Great Divide, Dark Horse, Anchor, Flying Dog…), rodeadas de una excelente comparsa: Brew Dog, De Molen, Alvinne… y algunas curiosidades (la belga Smisje por ejemplo). Por si fuera poco el local hasta la bandera con lo que muy mal no podía ir la noche.


Como no había más sitio que la barra no nos importó sentarnos en ella y así de paso pudimos admirar todas las botellas expuestas en el “escaparate”. No lo pensamos ni un segundo y fuimos a por unas Smisje Dubbel IPA y Smisje Triple. Para comer nos dejamos recomendar con un par de bocadillos, ambos muy buenos, con lo que se cumplía la profecía que algún otro nos había contado sobre los bocadillos del Freiburg.

Con los ojos analíticos de coleccionista a mil por hora (bueno, algo menos por el alcohol…), y tras revisar una por una todas las botellas, nos decidimos por algo menos “experimental”. Así que pedimos una Great Divide Smoked Baltic Porter y una seasonal de Anchor, la Humming Ale. La primera nos gustó bastante pese a no ser tan ahumada como su nombre apuntaba y la segunda también nos sedujo por el equilibrado punto afrutado ligeramente marcado por los lúpulos.


Para finiquitar la noche nos decidimos por dos americanas más. Se trataba de dos botellas de Dark Horse Perkulator con etiquetas distintas aunque con idéntico contenido, según nuestra percepción. Según rezaba la botella se trataba de unas coffee doppelbock, pero os tengo que ser franco en que lo poco que recordamos de ellas (ya no estábamos para tomar muchos apuntes…) es algo así: “acafenada, cuerpo medio, entrada fácil” (menuda precisión y uso tan fino de tecnicismos, ¿eh? ;P).


Tanta cerveza y sobretodo algo de cansancio por los días anteriores nos llevó a tomar la decisión de dar por finalizada la ronda. Tras despedirnos de los atentos y receptivos camareros (alguno terminó uniéndose a nosotros con las Perkulator) nos fuimos a reposar al albergue.

En la próxima entrada (y será la cuarta) terminaremos la crónica del viaje con un 2x1 (viernes y sábado juntos).

11 may 2011

¡Ruzanúvol cumple 1 año!


Un poco justos de tiempo nos informan desde la Cervecería Ruzanúvol que mañana jueves día 12 se celebra el primer aniversario del local. Aunque el día real del cumpleaños fuese el 23 de abril, por cuestiones varias se pospuso y finalmente podremos festejar mañana dicho evento junto a Bárbara y Giovanni.

Según nos cuentan, y si todo va como está previsto, además de las habituales cervezas disponibles en botella y barril de los fabricantes artesanales italianos Birrificio Lambrate y Birrificio Italiano, quieren pinchar un barril de Bi-Weizen (una weizen de inspiración bávara) y otro de Vùdù (una cerveza de trigo oscura de estilo alemán que ganó la medalla de oro en el World Beer Cup de 2010 por delante de dos fabricantes teutones), ambas elaboraciones de Birrificio Italiano.

Además, por si no fuera suficiente con las cervezas, pondrán un buffet libre con sus mejores productos italianos para degustar. Otra razón más para no perdérnoslo.

Si queríais una buena excusa para un jueves por la tarde, ya la tenéis. A partir de las 19h. allí nos veremos (esperemos que sin tener que hacer cola ;P).

Cervecería Ruzanúvol.
c/ Luis Santangel, 3.
Valencia.

8 may 2011

La cultura cervecera del jamón y cómo creamos escuela.

Antes de proseguir con las andanzas por los locales cerveceros de Barcelona quería publicar una entrada sobre un tema que discutimos intensa y apasionadamente en 2d2dspuma (no llegamos a lanzarnos jarras a la cabeza, no seáis mal pensados…). Se trata de si en la península ibérica hay o no cultura cervecera, y aunque este sea un tema espinoso, polémico o incluso puede que cansino para muchos, me apetece dar mi humilde opinión de forma abierta. Así que aquellos un tanto alérgicos a leer más de un párrafo seguido mejor no sigáis porque os puede dar algo.

Sin tapujos, vayamos directos al grano: ¿qué es o qué se puede considerar como cultura cervecera? Pues aunque alguno piense, “menuda forma de empezar”, yo sinceramente no me atrevo a dar una definición tajante ya que podríamos estar incluyendo tantos y tantos puntos que probablemente no terminaríamos nunca. Que si historia de la cerveza; variedades de maltas, lúpulos o levaduras; procesos y factores determinantes en la elaboración; temperaturas de servicio adecuadas; estilos y pseudo-estilos de cerveza; costumbres y hábitos de consumo; coleccionismo; catas; presentaciones; cocina; etc., etc., etc. Todo esto, además de otras muchísimas cosas son cultura cervecera, ¿estamos de acuerdo, no?

Pero antes de antes de sacar conclusiones mejor vayamos poco a poco avanzando mediante algunos ejemplos.

Fijémonos, por ejemplo, en esas preciosas (y adictivas) florecillas llamadas lúpulos. Trasladémonos a Bélgica, país del que nadie dudaría que tenga una cultura claramente cervecera. Entramos en un local no muy turístico (por aquello de no tomar la opinión del turista sugestionado y rendido a tanta fascinación) en el que por tanto se prodigue la gente local tomando cerveza de su región. Elegimos al azar 5 personas y les pedimos que nos mencionen todas las variedades de lúpulo que se les ocurran. Ahora nos vamos a USA y hacemos la misma experiencia. Lógicamente, como no he hecho la prueba no puedo dar resultados fehacientes, aunque una leve intuición me dice que probablemente en USA salieran mejores resultados. Por lo tanto, siendo taxativos y sin tener otra información al respecto ¿podríamos pensar que en USA tienen mayor cultura cervecera? Es evidente que no, que simplemente conocen (o les suenan) más los lúpulos por una u otra razón.

Ahora vámonos a la Rep. Checa, país con clara tradición por las cervezas de baja fermentación. Nos paseamos local por local y comprobamos que la inmensa mayoría de la gente toma cerveza de baja fermentación. Hasta aquí nada insólito. Para el que no lo sepa, la Rep. Checa es el mayor consumidor de cerveza del mundo y existe un turismo cervecero notable al respecto. Siendo esta última afirmación algo que nadie cuestiona, ¿se trata de la Rep. Checa un país inculto en lo que respecta a cerveza por tener un consumo irrisorio de la otra parte de la manzana, es decir, de las cervezas de fermentación alta y no digo ya de cervezas espontáneas? No me contestéis aún. Sigamos indagando.

Vayamos a otro país que comparte frontera con el anterior, Alemania. Creo que nadie en su sano juicio, independientemente de que desconozca el significado y origen de la palabra “lager” o eso que suena casi como un insulto, la famosa “reinheitsgebot”, se atrevería a decir que Alemania es un país no cervecero. Incluso si no conocen de éste más que de oídas la célebre Oktoberfest. Si pensamos en esta última estoy bastante seguro (repito, no tengo datos palpables, que esto tampoco pretende crear jurisprudencia…) de que la mayoría de la gente al oír Oktoberfest lo primero que le viene a la cabeza es un montón de regordetes y rojizos borrachines rodeados de exuberantes bávaras con brazos tan anchos como troncos y todos juntos cantando y bebiendo sin parar litros cual pozo sin fondo. ¿Es entonces poco culto cerveceramente un país cuya mayor proyección cervecera internacional es esta bacanal de la ebriedad?

Pero quedémonos más cerca y dejemos la cerveza por un segundo. ¿Como se conoce internacionalmente a la piel de toro? Sin querer despreciar a todo lo demás por no mención, estaremos de acuerdo, aunque nos irrite en sobremanera (al menos a mí si lo hace), en que “paella”, “jamón”, y “tortilla” son tres términos bastante comunes en cualquier encuesta al respecto hecha a turistas extranjeros. Por lo tanto se nos presupone que cultura del jamón tenemos, ¿no? Pues no son pocos los conocidos y amigos míos que no saben distinguir entre jamón de recebo, bellota o jamón serrano, y aunque no estéis del todo de acuerdo, no considero que sean unos incultos por ello. Pero es que incluso un servidor puede que frente a un seductor plato repleto de jamón probablemente tampoco pudiera afirmar a ciencia cierta, de cual de estos tipos se tratara.

Pero paciencia que no pierdo el hilo. ¿Hacia dónde voy? Pues a que del mismo modo que normalmente no se nos suele considerar incultos en cuanto a jamón pese a no sabernos todas las denominaciones de origen, tipos de jamón existentes, razas de cerdos, o el clima y terruño adecuados para su producción, por citar algo, tampoco creo que sea inculto ese grupo de gente que va a tomarse su par de cañas diarias sean de la macrocervecera que sea. Y ojo, no discuto que la cerveza normalmente disponible de barril o de botella sea mejor o peor, ya que creo que aquí, con puntualizaciones, estamos todos más o menos de acuerdo. Lo que yo creo es que no es más culta una sociedad por tomarse un millón de triples belgas, weißbiers alemanas o cask ales inglesas, que otra sociedad (ésta por ejemplo) en la que la cerveza más consumida es mayoritariamente esa “premium lager” conocida popularmente como “rubia, transparente y servida bien fresquita”. Son cosas que no tienen nada que ver, o al menos yo lo veo así.

Una marca que muchos valencianos mantenemos en el recuerdo (aunque un servidor llegó un poco tarde a esto de la cerveza) es El Turia, una cerveza bastante denostada en sus últimos años de vida pero, ¡qué narices!, también tuvo sus múltiples variedades más allá de la típica rubia… Ahora mismo me vienen al recuerdo Stark, Gold, Pils, Export o esa deliciosa Märzen, entre otras… Y lo mismo podría decir de otras fábricas cerveceras que poco a poco han ido reduciendo el número de variedades e igualando entre ellos sus productos hasta llegar a la situación actual en la que ofrecen todos un mismo estándar de color rubio claro y sobretodo, no lo olvidemos, “servido muy, muy fresquito”. Independientemente de esto, no lo olvidemos, la gente no lo toma porque le obliguen, ya que hasta donde creo saber, disfrutan bastante de ella. ¿Que no es la mejor cerveza del mundo? Repito, creo que eso no tiene nada que ver con hablar de cultura o incultura de la cerveza.

Otra muestra. En un país vinícola como este, en el que el caldo de uva goza de un enorme respeto y devoción que ya quisiéramos para la cerveza, en el que hay más de 80 denominaciones de origen y no quiero fijarme en la cantidad de vinos de la tierra, ¿hay o no hay cultura del vino? Hagamos la misma experiencia que con los lúpulos anteriores pero ahora con el vino. ¿Alguno me podría decir a bote pronto más de 5 variedades de uva negra y otras tantas de blanca usadas en vinos españoles? ¿Y más de 10 denominaciones de origen? Seguro que algunos hay, pero por desgracia, con el tiempo, vengo comprobando que esto no es la norma y aún así nadie se atrevería a decir que hay incultura con respecto al vino.

Pero volvamos a la cerveza. Independientemente de que sea más o menos rica y/o lleve cientos de años detrás, en Bélgica, Alemania, Reino Unido, Rep. Checa, USA y tantísimos otros países, nadie duda que tengan una cultura cervecera. ¿Y aquí? ¿La mayoría de la gente las prefiere rubias y cuanto más frías mejores? Pues si, por desgracia no son pocos los bares en los que te la sirven con la jarra recién sacada del congelador, ni son pocas las marcas que compiten por ver quien la tiene más y más fría (¿os suena “glacial”?). E incluso navegando por Facebook me he topado con la página de un grupo de “amigos de compartir una Voll-Damm muy fría” http://www.facebook.com/group.php?gid=80400965080  lo cual, con todos los respetos, vaya esto siempre por delante, me parece increíble. Pues independientemente de los gustos de cada uno, con los que no me meto, mientras los que mueven más hilos se preocupen en vender la más fría o darnos con esa otra tan manida frase de “es que es lo que le gusta a la gente”, mal vamos, pero no por ello deja de ser cultura.

Pero tranquilos, que hay para todos, no únicamente para los grandes. Para mí, además de un gran desconocimiento del que difícilmente podría acusar a alguien en concreto, también, y más importante aún según mi opinión, es que hay un problema gigantesco de conformismo por parte del consumidor ante lo que nos ofrecen (cosa que por desgracia también ocurre con otras muchas cosas de la vida en este país) y es que no exigimos suficiente calidad. Nos quejamos, y mucho, si, pero que levante la mano aquel que hace algo por cambiar esto (por suerte entre los que puedan leer esto los hay, ya que ya sea escribiendo sobre el tema, llevando una cervecería o una fábrica de elaboración, o teniendo un negocio de distribución, por poner algunos ejemplos, no es poco el trabajo al respecto). Pero vuelven a ser excepciones dada la gran mayoría que no hace nada.

En los últimos años parece que la cerveza vuelve a recuperar un nombre (quede esto claro, “vuelve” y “recuperar”, ya que, aunque salvando las distancias, la cerveza ha pasado por mejores y peores momentos pero siempre ha tenido su prestigio). De todo esto también espero y deseo que no sea una moda pasajera. Ya que si nos ponemos algo puntillosos, ¿qué nos ofrecen las artesanas a un precio relativamente tan alto? ¿Alguien aseguraría que la mayor parte de las artesanas que ha tomado le han gustado lo suficiente como para volverlas a comprar todas ellas de nuevo? ¿Es un problema de lo que nos ofrecen o de que lo queramos comprar? Reconozco que soy el primero que ha ido soltando euros con especial facilidad por probar casi todas las artesanas que me ofrecían, pero sin que sirva de excusa, hasta hace poco lo hacía pensando que toda esta inercia de presentaciones de nuevas cervezas y demás, algún día implicaría que los fallos cambiarían más pronto que tarde.

Pero volviendo al tema central, si la cultura cervecera que según algunos no existe viene de sentirnos más guays por tener 50 o más microcervecerías distribuidas por todos y cada uno de nuestros rincones de la geografía y en conformamos con venderlas sin un mínimo de calidad y ya tenemos todo hecho, me temo que mal vamos. En mi opinión, y vuelvo a lo mismo, la cultura cervecera existe y existía antes de esta vorágine, será diferente a otros países, puede que ahora haya más de 15 lúpulos y maltas distintas utilizadas, que se imiten y reinterpreten estilos de otros países, pero independientemente de esto la cultura cervecera aquí existe y ha existido desde hace muchos años, nos guste o no reconocerlo.

Y para terminar, y que no parezca que esto se trata de un arrebato pesimista en contra del mundo, es verdad que no todo es negro. Hemos avanzado mucho últimamente en bastantes aspectos, la gente cada vez pregunta más o se interesa como probablemente no lo hacía antes, y esto es muy positivo. Pero teniendo esto en cuenta quizás estaría bien fijarnos en una reflexión que un amigo de una cervecería una vez nos hizo: “Es que lo que habláis en eso de los blogs no llega a la gente. Es muy técnico”. Y por el contrario para otros es al revés (recuerdo una reseña de una cerveza que alguien criticó en este mismo espacio por “demasiado simple”). ¿Qué es entonces lo que ocurre? ¿Estamos en la sociedad de la información o de la desinformación? ¿La gente verdaderamente se entera? ¿No se pierde ante tan vasto conocimiento? Así que cada uno (un servidor el primero) asuma su parte de culpa y no nos quedemos únicamente quejándonos en que lo que hay es lo que hay y diciendo que “es que este país no tiene una cultura cervecera”, que repito, la hay y la ha habido desde hace muchos años.

P.D.: Si alguien consigue leer entero todo el texto, que de señales de vida aunque sea levantando la mano ;P.

6 may 2011

Segundo día: llegada a Barcelona y 2d2dspuma.

Seguimos con el peregrinaje por tierras catalanas.

Tras la orgía cervecera vivida en el Drunk Monk de Mataró, y el consecuente achuchón físico posterior, la mañana se presentaba, por decirlo sin muchos rodeos, un pelín complicada. La idea de ir a Barcelona tras el riguroso achaque nocturno, por momentos, parecía peligrar. Pero como casi siempre en estos casos, el inalterable estómago “anti-resacas” de Rosana parecía salir a flote.

Así que con la penosa situación física, y tras un no menos sufrido atasco a través de la ultra-saturada y agónica Ronda de Dalt, llegamos a nuestro destino. Pero aquí no acababa la cosa… Como si la parte más cruel de mi consciencia quisiera cebarse aún más con mi persona, el suplicio aún no había terminado ya que ¡faltaba encontrar sitio para aparcar! Una, dos, tres vueltas por las manzanas colindantes… y nada… “¿Rosana, que hacemos?”. Ella, inalterable, “pues… buscar sitio…”. Y casi una hora después, como si Ceres, nuestra querida diosa romano-cervecera, por fin tuviera algo de piedad con nosotros, encontramos un dichoso sitio (aunque a tomar por saco...).

Pero la marcha matutina aún no había terminado. Cerca del albergue teníamos dos locales que Txema nos había recomendado para comer, así que con no pocas dificultades (físicas) llegamos al primero y… ¡sorpresa! ¡miércoles cerrado! “No importa, Pau, vamos al otro”. Otra vez a caminar con resaca y bajo un sol de justicia… Llegamos al segundo local y con toda amabilidad un señor nos sentencia: “No, es que este sitio únicamente abre de noche”… Con el estómago revuelto y empezando a perder la paciencia, volvió a salir esa serenidad personificada llamada Rosana, “tranquilo, ahora vamos y comemos en cualquier sitio”. Y entonces, por fin, algo empezó a ir bien: un local con buen aspecto ofrecía algo de comer y mi estómago no parecía repudiarlo… De primero "butifarra amb mongetes" (butifarra con judías) que me sentó como agua de mayo a pesar de aparentar ser una bomba sobre el papel. Además, algo de pasta y una ensalada calmaron la tormenta estomacal.

Con los lúpulos bien cargados de resina nuevamente, nos fuimos a hacer de típico turista. Los que conozcáis Barcelona, os podéis hacer una idea: plaça catalunya, rambles… Pero como ya conocíamos la ciudad, nos decidimos por algo más tranquilo: el maravilloso y armonioso Park Güell. Allí entre el cantar de los pájaros, el sonido del viento meciendo los árboles, las maravillosas vistas de toda Barcelona y un murmullo de turistas de fondo, casi entramos en trance.


Ya repuestos (para ser justos, repuesto en singular, ya que Rosana seguía con su inquebrantable salud), nos fuimos a lo que habíamos venido: visitar locales de cerveza. Para este miércoles el planning contemplaba uno de los locales más conocidos de la ciudad, el 2d2dspuma.

Ya allí, durante un segundo pensamos que otra vez el gafe se nos volvía a aparecer. Al llegar a la esquina de la calle Manigua con Pinar del Río nos topamos con la persiana cerrada y un graffiti que nos miraba con algo de sorna.


Un tanto atemorizados, seguimos unos metros y tras ver la cervecería abierta en el nº 8 de la c/ Manigua y unos metros más adelante la tienda, volvimos a tomar aire.

Primero entramos a la tienda y tras conocer in vivo a María y a Susana, nos contaron que por lo visto ese local cerrado era la antigua tienda y que no éramos los primeros en pensar que no abrían ese día. Tras una charla escueta pero cordial (ellas mismas se afanan en reconocer que no son de primeras impresiones…) empezamos a observar lo que más nos gusta: la cerveza. Imaginábamos la tienda bastante más pequeña (no se por que casi nadie pone fotos de los locales, así que tampoco vamos a romper la norma…). En cuanto a botellas tenían un surtido muy variado (aunque bien es cierto que ya lo conocíamos por su web ;P) Entre todas, destacaba un amplio repertorio de la danesa Mikkeller (la famosa serie Single Hop, las Beer Geek…) pero también bastantes de la escocesa Brew Dog, la italiana Baladin y la no menos conocida holandesa De Molen. Junto a todo esto también había una buena gama de americanas (Anchor, Flying Dog, Great Divide…) y, como no, mucha cerveza belga y alemana. Además, lógicamente, tenían un amplio muestrario de cerveza local: artesanales catalanas (Bleder, Guineu, Agullons…) pero también del resto de la península (Domus, Loca Juana, Illa, Sènia…). Junto con todo lo anterior poseían una estantería exclusivamente para el material de homebrewing (esto, por el momento, no nos ha picado la curiosidad…).


Tras las compras pertinentes entre las que había una Stillwater Autumn, dos To Øl danesas, y unas cuantas de la ya mencionada Mikkeller, nos fuimos al local vecino, la cervecería.

Allí nos topamos con unos viejos conocidos de Mediona, Raul y Dani, de Bevirra, unos homebrewers de L’Hospitalet. Tras una agradable charla, de repente alguien comentó algo que me devolvió a la Tierra (aún estábamos en el limbo tras el festín del Drunk Monk): el Barça jugaba la semifinal de Champions y un servidor que se jacta en decir que es culé apenas lo recordaba…

Pero dejando el fútbol de lado (tampoco del todo…) nos empezamos a centrar en la cerveza. En primer lugar, de barril tenían Mikkeller Funky E Star, Great Divide Fresh Hop, Mikkeller Cream Ale, Budvar negra sin pasteurizar y Pura Pale de Agullons. Nos decantamos por las dos primeras. Fermentación espontánea la una y ricamente lupulada la segunda, eran demasiada tentación para obviarlas (concretamente la Fresh Hop estaba realmente increíble).

Tras estas dos, vino el esperado momento “bravas”. Si seguís el blog de 2d2d os habréis percatado de que este plato (y sus famosas 6 salsas) gozan de una formidable fama entre sus parroquianos. Aún gustándonos bastante, la verdad es que decir que son “las mejores”, como suele ocurrir en estos casos, es algo difícil de asegurar (y más, si días después pruebas otras bravas que según otros muchos son las mejores de BCN), así que nos quedamos en que nos gustaron.

Para acompañar nos decidimos por dos artesanales. En primer lugar Zulogaarden Norai, una cerveza que probamos al principio de comercializarse y que, al contrario de lo que habíamos leído en numerosas ocasiones, nos dejó patitiesos (por lo negativo) pero después de probarla esta vez llegamos indudablemente a la conclusión de que alguna cosa no deseable pasó en su excursión Barcelona-Valencia. Esta vez si nos gustó y mucho. Sedosa en boca, sabrosa, redonda, con mucho tostado dominándolo todo. Muy rica. La segunda artesanal fue Domus Aurea, una interesante IPA de unos elaboradores afincados en Toledo.


A continuación (con el fútbol de fondo, no lo olvidemos…) pedimos unas hamburguesas de entre la variada gama que disponían. En nuestra opinión, estaban más que ricas, y si además las acompañabas con alguna de las muchas mostazas Pyrène que tenían, aún mejores.

Para hacer frente a la carne, no se nos ocurrió otra cosa que una Mikkeller It’s Alive, que según he leído por la red se trata de un tributo a Orval, pero si queréis que os sea franco, de ella a penas tenemos poco más que un lejano recuerdo tipo Brett.


Para no perder el ritmo de las cervezas nos pedimos una cerveza algo más contundente y a la cual le habíamos puesto el ojo encima nada más entrar: Great Divide Espresso Oak Aged. Como ya sabéis, nos chiflan las imperial stout y concretamente ésta, envejecida, era una delicia “cafeínica”.


Ya para terminar, y de paso también celebrar el favorable resultado futbolístico en casa del eterno rival, nos pedimos una De Molen Tsarina Esra Reserva, una Porter envejecida y bastante subida de tono (¿imperial?) pero con un curioso fondo afrutado y algo marcado de lúpulo que no nos terminó de convencer.


Tras esto, nos dio por aclarar algunos malentendidos surgidos a raíz de los dichosos blogs y después empezamos una interesante y muuuy larga conversación (que en mi opinión sigue pendiente de terminar…) sobre el manido tema de lo que se puede o no considerar cultura cervecera (antes de seguir con el viaje prometo publicar un post al respecto). Tras esto, con las manillas del reloj bastante avanzadas, nos despedimos quien sabe si para reencontrarnos dentro de poco en Mediona…

Antes de terminar, como alguien nos comentó por mail si podíamos decir lo que consideramos en nuestra opinión lo mejor y lo peor de los locales visitados, aquí va. ¿Lo peor para nosotros? Quizás la situación del local, un tanto alejado del centro, aunque con dos paradas de metro al lado (Congrés y Maragall), esto tampoco es demasiado problema. Sobre lo que algunos comentan del carácter de las chicas, siendo verdad que no son la alegría de la huerta a bote pronto, hacen su trabajo sin florituras ni agasajos pero tampoco se echa nada en falta (aunque también es verdad que si no fuera por el blog, chicas, también tendríais menos broncas ;P). Lo mejor, pues que además de la interesante y extensa carta de cervezas, tenían algo que hemos comentado alguna vez por este blog, y es que creemos firmemente que todas las cervecerías deberían tener carta de comida, más allá de las cansinas bolsas de patatas fritas y cacahuetes, aunque es una humilde opinión que seguro volverá a caer en saco roto. Sin sobradas pretensiones pero más que correctas, en 2d2d tenían muchas hamburguesas, salchichas, bocadillos y no pocas cosas para picar (de caliente)… Ah, y los precios de la comida más que adecuados, muy lejos de lo que encontramos por algunos locales de Valencia con la moda de meterte un sablazo por una salchicha alemana o un codillo “prefabricado”.

P.D. Siento no poder poner ninguna foto de los interiores de la cervecería, pero aunque parezca increíble nos olvidamos entre el "fúrbol" y las birras ^^.

3 may 2011

Primer día: Drunk Monk. Un edén en Mataró.

Tras unos días de sosiego cervecil para así retomar el fuelle perdido con el achuchón etílico vivido en Mataró y Barcelona, vamos con las prometidas reseñas del viaje.

La primera parada, el martes, sería en The Drunk Monk, situado en Mataró. Habíamos escuchado y sobretodo leído mucho sobre esta cervecería, casi siempre sobre la cantidad y calidad de sus referencias.


Salimos por la mañana de Llombai (a unos 20 minutos al suroeste de Valencia) con la idea de llegar cuanto antes a nuestro destino. Había mucho que ver pero sobretodo que degustar, aunque por desgracia únicamente disponíamos de un único día para disfrutar. Tras unos 420 Km. de carretera, que con tantas ganas se nos hicieron muy cortos, llegamos a Mataró. Tras descargar los bártulos en el hotel y hacer una comida rápida nos dirigimos hacia la cervecería, que no abría hasta las 18h.


Medio escondida entre la avenida Europa y un parque colindante, por fin nos topamos con este tan ansiado edén. La primera impresión fue inmejorable. Por dentro, el local no era ni grande ni pequeño (pues menuda descripción, pensaréis…), y estaba decorado con mucha madera. En las paredes, a parte de falsas ventanas que daban un curioso aspecto de abadía, tenían rebosante breweriana: posters y carteles varios, rarezas en botella, algunas de las cuales ya quisiéramos para nuestra colección, alguna bandera belga… en conjunto creando una atmósfera especial que nos hizo sentir como si estuviéramos en un local de Flandes (norte de Bélgica). En la barra, Sven Bosch, el propietario belga afincado en Mataró desde hace años, nos atendió con un singular pero impecable acento catalán. Primero queríamos probar algo de barril, y entre las americanas Anchor Porter y Flying Dog Old Scratch, las belgas Chimay Tripel y Maes, y la cerveza de la casa, Drunk Monk Deu, elaborada por Ca l’Arenys y que conmemoraba el 10º aniversario, nos decidimos por una pinta de Flying Dog y otra de la cerveza del local. La primera, una amber lager, muchos ya la conoceréis, así que nada. En cuanto a la Drunk Monk Deu (diez), se trataba de una IPA con 70 IBU, pero era muy suave y en ella destacaba un punto de lúpulo muy refrescante.


Después nos fuimos a la pertinente “inspección” de las neveras, con la que casi nos caemos de espaldas. Imaginar 5 neveras grandes repletas de joyas y otras 4 pequeñas (creo recordar) por encima, cada una con la temperatura diferente y adecuada para las cervezas que contenían. Por si no fuera poco, lo que nos dejó totalmente pasmados fue encontrar otra nevera a parte en la que únicamente habían cervezas espontáneas: Cantillon, 3 Fonteinen, Hanssens, Girardin y demás perlas “salvajes”. Así que como podréis imaginar, solamente por esto nunca antes habíamos visto un local similar, por cantidad y por la calidad de rarezas y ediciones especiales.

De entre todas, previniendo que íbamos a calentar silla toda la tarde, elegimos para empezar dos triples belgas atraídos más que nada por sus etiquetas: Zonderik Tripel y Bienvenue de Montaigu. La segunda muy correcta pero la primera será difícil de olvidar ya que hacía tiempo que una triple belga no nos sorprendía tan positivamente.


Para ir cargando la panza y así contrarestar el alcohol, pedimos una tabla (enorme sea dicho de paso) con cuatro quesos belgas de entre los doce que tenían para elegir (en este enlace los podéis ver, aunque los van variando). Nos decantamos por los más suaves en un principio: Passendale classic, Maredsous tradition, Brugge classic y Val-Dieu Casse-crôute.

Una vez las copas se empezaron a quedar un poco tristes, Sven se acercó junto con un amigo americano, Robert, que también hablaba un inmaculado catalán, y con ellos compartimos una botella de 75cl de Alvinne Alvino en barrica de borgoña (una espontánea con uvas añadidas y añejada en barrica de vino). ¡Qué barbaridad de cerveza! Me pongo a llorar solo de pensar en ella.

A continuación nos dejamos aconsejar para elegir alguna espontánea (Sven nos recomendó alguna de la afamada casa Hanssens, pero no nos pudimos resistir a tomar alguna Cantillon). La elegida fue Cantillon Mamouche, elaborada con flores de saúco. Al igual que con la anterior, no puedo ser imparcial al hablar de este tipo de cervezas, ya que las espontáneas son nuestra perdición. Entre el toque de madera y la sequedad en boca predominaba un deje muy floral. Solamente os digo que Rosana, con lo dura que suele ser siempre para dar notas a las cervezas, pensó en hacer una visita a Cantillon expresamente para probarla in situ. No digo más…


A continuación Sven, con total confianza, sacó una Budels Zware Dobber (que no nos dijo demasiado) y una Emelisse Barley wine (algo mejor pero un tanto decepcionante con la fama que atesoran otras elaboraciones de esta fábrica artesanal holandesa). Sven aún no las había probado y tuvo el detalle de invitarnos a estas dos (y como veríamos después en la factura, a algunas otras más).

Las últimas que íbamos a compartir con ellos dos, fueron una Struise Mikkeller (que ya no se elabora), que Sven la tenía añejando en bodega un par de años y la versión actual de la misma (con 163 IBUs en lugar de los anteriores 130), Struise Elliot Brew. La actual nos gustó bastante pero es que la versión añejada me dio un escalofrío que aún me recorre el cuerpo. Una doble IPA escandalosamente sabrosa y muy redonda, sin ninguna nota disonante pese a la cantidad de lúpulo, pero es que estaba domado impresionantemente bien por un fondo malteado exquisito. Una de las mejores IPAs que he probado nunca (y sabéis de nuestra afición a las florecillas verdes…).


Después de despedirnos de Sven y Robert, que se tenían que marchar, nos dimos cuenta que “aún” eran las 9 de la noche. Con el cuerpo ya entonado, pero con la consciencia del coleccionista aún despierta, pedimos otras dos cervezas y otra tabla de quesos, esta vez más especiales: Hervé Grand Maître, Chimay à la bière, Remoudou y Hervé Picant, de un nivel sublime los cuatro. La primera cerveza fue una Chimay Capsule Dorée añejada desde 2008, que no habíamos visto nunca y pese a ser un fanático de Chimay (concretamente de la versión azul) nos dejó un tanto despagados (dichosa y excesiva sugestión…). También pedimos una Millevertus Saxy Chilli, especiada, un punto ahumada pero nada extrema pese a los chiles. Esta si nos gustó y mucho.

La Chimay Capsule Dorée (arriba) y los quesos de la segunda tabla (abajo)

Después de esta ronda el cuerpo ya no estaba para muchos trotes y sintiéndolo mucho por la cantidad de joyas que se nos iban a quedar en el tintero (rarezas de De Molen como la versión 666 de su Hel & Verdoemenis, Ignis & Flamma de Struise, Nogne Dark Horizon, una larguísima lista de vintages…), decidimos terminar con dos cervezas que ignorantes de nosotros pensábamos que ya no se podían conseguir (os hablamos de ello en este mismo blog, en la entrada de Smisje y Salty Dog). Pedimos Smisje Catherine, una rica imperial stout, y Smisje Speciaal, de la que por puro desconocimiento no esperábamos mucho y terminó siendo una sorpresa mayúscula (mucha fruta, dulzona y muy especiada).


Tras pedir para llevar la cerveza del local en botella de 75cl, como no, llegó la hora de pagar. Pero aquí antes quisiera hacer un inciso. Algunos conocidos nos habían hablado de que si los precios en este local eran un poco elevados pero siendo francos (y que no suene pretencioso ni soberbio), esto tampoco nos importaba mucho. Y me explico. Si hay gente a la que no le importa pagar 60€ por un concierto o pagar 90€ por una entrada de un partido de Champions, o yo que se, por escaparse unos días a un hotelito con spa en medio de la montaña, ¿como se puede considerar caro pagar incluso menos que esto por estar desde las 6 de la tarde hasta las 11 de la noche bebiendo rarezas, compartiendo un momento irrepetible con Sven y disfrutando como auténticos niños? Está claro que para gustos colores y cada uno se gasta la pasta como le viene en gana, pero desde luego si viviéramos al lado nosotros no nos lo pensaríamos un segundo en ir tantas veces como pudiéramos.


Y conste que he de reconocer que la impresión final fue bastante distinta a la que teníamos antes de visitarlo. Pensábamos que era muy extraño que con esos supuestos precios altos tuviera tanto nombre y que lo visitara gente venida de todos los puntos de la península y por lo visto también desde Bélgica, Holanda e incluso USA. O la gente estaba forrada o las neuronas no les funcionaban muy bien. Pero después de conocer a Sven, un tipo con los pies bien puestos en el suelo y que todo esto no se le ha subido lo más mínimo a la cabeza (cosa que por otro lado no sería nada raro), que te habla con total naturalidad y te da palmadas en la espalda mientras se ríe contigo como si te conociera de toda la vida mientras compartís cervezas… Y que decir de las dos camareras, que controlan más de cerveza que mucha gente que va de entendida, o del ambiente inmejorable, a reventar de gente un martes entre semana, sonando buena música de fondo (guns & roses, scorpions, entre otros…). Sinceramente con todo esto y mucho más, ahora entiendo toda esa fama y la comparto al 100%.

Y os preguntareis, ¿no tiene nada de malo? Pues claro que si, faltaría más. Se me ocurren dos cosas así a bote pronto. La primera es que una vez que empiezas no puedes parar (el nombre del local, Drunk Monk = monje borracho, ya te anticipa como vas a terminar). Y lo segundo y quizás más importante, que es una pena no tener un Drunk Monk debajo de casa.

Sven, un placer compartir mesa, charla y cervezas contigo. Esperamos volverte a ver muy pronto.

1 may 2011

Las mejores del mes: Abril.

Un día más tarde de lo habitual, recién empezado el mes de mayo, estamos aquí de nuevo con las mejores cervezas del mes, en este caso de abril. Esta vez la cosa se ha presentado verdaderamente intensa en cuanto a variedad y número de referencias. Después de pensarlo un poco (tampoco tanto, que las neuronas no están para mucho…) hemos decidido obviar todas las cervezas que hemos probado en el reciente viaje a Barcelona y Mataró para enmarcarlas mejor en sus correspondientes locales, durante las entradas que publicaremos durante los próximos días.

La primera sorpresa nos la cruzamos recién comenzado el mes de abril. Una estupenda Amber Shock de Birrificio Italiano, otra vez gracias a los amigos de la cervecería Ruzanúvol. Color rojizo oscuro, ligeramente acaramelada y muy sabrosa en boca, pero a pesar de esto nada pesada y muy equilibrada. Sin duda alguna, quitando Tipo Pils y sus sugerentes lúpulos, es una de las cervezas de Birrificio Italiano que por el momento más nos ha gustado.


Ese mismo día, con dudas hasta última hora, al final pudimos quedar con el buen amigo Txema para otra sesión de trapicheos coleccionistas. Entre otras cervezas, pudimos probar una sensacional Alvinne Podge Imperial Stout añejada en barrica de vino de Borgoña. Ya hemos probado varias de la serie Alvinne oak collection, pero esta sin duda es una de las que más nos ha gustado por las sabrosas notas de chocolate que a su vez iban acompañadas estupendamente bien por notas afrutadas y un punto ásperas derivadas del paso por barrica en vino. Aquí tenéis el post original que publicó Txema.

Ya más avanzado el mes, tras una cena verdaderamente agradable con nuestros queridos suministradores de placer birrero afincados en Vall d’Uixó, pudimos cargar el maletero del coche con tanta cerveza como nunca antes lo habíamos hecho. Entre todas las cervezas que nos llevamos, una de las pocas que por el momento hemos probado fue una schwarzbier, estilo que curiosamente nunca nos ha dicho demasiado (probablemente por no habernos topado con algún ejemplar destacable). Aunque muchos seguramente podáis imaginar que se trataba de una cerveza alemana, cosa que por otra parte hubiera sido bastante lógico, en realidad era una estadounidense, la Duckrabbit Schwarzbier. Esta lager nos gustó bastante por lo fácil que era de tomar pero al mismo tiempo aportaba interesantes suaves toques achocolatados y un carácter ahumado que, aunque de forma sutil, lo engalanaba todo.

Poco después probamos dos joyitas que nos trajeron Andrés y Vanessa durante su visita a Valencia, allá por el mes de marzo. La fama de las escocesas Traquair es más que sobrada, pero como ocurre muchas veces en estos casos, la tendencia casi innata es dudar de tanto bombo y platillo. Pues con todo, he de decir que en este caso el prestigio estaba sobradamente merecido. En cuanto a House Ale, una ale con un corto paso por barrica, poseía notas tostadas, de frutos secos y también de chocolate. Pese a las notas un punto alicoradas en el fondo, se tomaba muy bien, sin empalagar lo más mínimo. En cuanto a Jacobite Ale nos pareció mejor aún si cabe. Nariz muy sugerente en la que destacaban notas florales y a hierbas aromáticas. En boca se mostraba con textura sedosa y con notas especiadas y otra vez con chocolate en el fondo. Final ligeramente seco. De lo mejor del mes sin duda alguna.


Más adelante, ya en nuestro periplo por Mataró y Barcelona, probamos algunas cervezas inolvidables pero como ya os habíamos dicho al principio, las comentaremos próximamente en sus correspondientes entradas.

Así que como podéis ver, aunque sea algo puntual y que seguro a más de uno le extrañará, este mes no hay ni una sola IPA o cerveza con el lúpulo como protagonista. Una italiana, una belga, una estadounidense y dos escocesas son el variado recorrido de este mes de abril. Ahora a esperar lo que nos depara el mayo.

¡Ya estamos de vuelta!

Tras unos días de desconexión total y sobretodo tras dar mucha, mucha, pero que mucha caña a nuestros pobres hígados, ya estamos de vuelta de tierras catalanas.

Teníamos muchas ganas de hacer este viaje para poder conocer de primera mano todos los locales cerveceros que otros tantos ya habían visitado de Barcelona y Mataró. Pero como cualquier buen viaje que se precie, no ha sido un monólogo de nuestro querido líquido espumoso, aunque si el auténtico protagonista durante todos los días. Bajo las directrices anticipadas tan acertadas del buen amigo y maestro Txema disfrutamos de algunos locales no tan cerveceros sobre el papel, pero con mucho encanto y con productos inconmensurables a precios de antaño, bares de esos que ya no quedan o que no se encuentran tan fácilmente.

Pero también, como no podía ser de otro modo, también hicimos el papel del típico turista con mapa y libreta en mano, pateando de monumento en monumento, pillando transbordos de metro por aquí y por allá y con la cámara de fotos a mil por hora.

Escribo esto cuando no hace ni 2 horas que hemos vuelto a casa pero es que igual más de uno se pensaba que nos habían secuestrado en alguna cervecería al estar tanto tiempo sin dar señal…

Como el cansancio sobra y la hora no es la más adecuada, obviamente no me voy a poner a detallaros punto por punto todo lo vivido, así que durante los próximos días ya iremos relatando anécdotas, locales y sobretodo las cervezas que hemos probado.

¡Ah!, y por si a alguien se le había ocurrido, aunque hoy terminaba abril y por lo tanto correspondía la sección de las mejores cervezas del mes de este período, como es obvio, tendrá que esperar a mañana... si es que nos levantamos ;P