12 jun 2011

Pollo a la Trappistes Rochefort 8 Cuvée 2010.

Ayer, mientras mucha gente (varios de ellos amigos nuestros) disfrutaban de mucha y muy variada cerveza en la cada vez más interesante Fira de Cervesa Artesanal de Mediona, unos servidores no tuvimos otra elección que quedarnos en casa, con mucha envidia recorriendo nuestras entrañas sea dicho también, corrigiendo exámenes y preparando las notas finales de esos endemoniados "macarras" ataviados con mochila, más conocidos como la generación E.S.O.. Para compensar, nos atamos el delantal a la cintura y cuchillo en mano nos preparamos una cenita bien apañada que hoy os dejamos por aquí y así también retomamos una sección que habíamos dejado algo de lado últimamente: El Lúpulo Cocinero.

Ingredientes (para 4 personas):


- 1 pollo de 1kg. aprox.
- 1 cebolla grande.
- 2 patatas “hermosas”.
- 2 cucharadas superas de harina.
- 2 cucharadas pequeñas de mostaza Dijon.
- 2 hojas de laurel.
- Sal y pimienta.
- Aceite virgen extra.
- Un ramillete de tomillo.
- 50 cl. de cerveza Rochefort 8.

Elaboración:

- En primer lugar limpiamos el pollo y lo troceamos. También cortamos las patatas en trozos grandes y picamos la cebolla.
- Seguidamente en una cazuela de barro (por aquello de que los ingredientes se cuecen más lentamente y el calor se reparte de forma más uniforme, o para aquellos más románticos, porque así lo hacían nuestras abuelas…) añadimos un dedo de aceite y lo ponemos a calentar.
- Cuando el aceite esté caliente echamos el pollo previamente enharinado a la cazuela. Bajamos el fuego y vamos dándole vueltas hasta que esté dorado. Después lo sacamos y reservamos.
- En una sartén a parte añadimos abundante aceite y freímos ligeramente las patatas. No se trata de freírlas del todo, ya que queremos que tomen algo de sabor y sobretodo que no se nos deshagan en la cocción posterior.
- Otra vez nos vamos a la cazuela. Aprovechamos el aceite sobrante del pollo para pochar la cebolla. Después añadimos el pollo ya dorado, vertemos la cerveza, la mostaza, el laurel, un poco de tomillo al gusto y una pizca de pimienta.
- Lo ponemos a fuego fuerte y cuando empiece a hervir bajamos el fuego y dejamos cocer unos 30 minutos sin cubrir la cazuela.
- Unos 10 minutos antes de terminar (es decir, a los 20 minutos de que empiece la cocción) agregamos las patatas para que se terminen de hacer junto a todo lo demás.
- Finalmente corregimos de sal, servimos y... ¡a disfrutar!


El maridaje en este caso es bastante evidente ya que lo ideal es usar la misma cerveza con la que hemos cocinado. En nuestro caso utilizamos para cocinar la Rochefort 8 Cuvée 2010 (que no deja de ser la misma Rochefort 8 pero etiquetada especialmente para navidad) y la edición del año anterior (2009) para beber, ambas realmente deliciosas. También podéis utilizar otras cervezas similares, pero para que os salga similar que sean preferiblemente del rollo trapistas o de abadía o Belgian Strong Dark Ale, bien subiditas de color, tostadas, sabrosas y con suficiente cuerpo.


Como siempre, esperamos que os animéis a hacer esta sencilla receta en vuestras casas.

7 jun 2011

Evocando un pasado algo rancio.

Desde hace unos cuantos meses solemos aprovechar algunos fines de semana para “descubrir” nuevos locales en los que la cerveza tenga algo que decir. Y no me refiero únicamente a cervecerías con cartas de 50 o 60 referencias en botella como mínimo, ni mucho menos.

La semana pasada, sin ir más lejos, entramos en uno de esos a los que el paso de los años no les ha sentado muy bien. Dos referencias en barril y un panorama similar en botella, pero con las estanterías repletas de cervezas cuyas etiquetas raras en tono sepia delataban un pasado más fervoroso. Como casi siempre suele ocurrir en estos casos, la tentación volvió a venir de arriba. Decenas de botellas con unos 10 a 15 años, principalmente belgas y alemanas, muchas rarezas y otras directamente ni las conocíamos. Para que os hagáis una ligera idea, una de ellas parecía una versión de El Grito de Munch, pero diseñado por Chimo Bayo en una de sus “extasiantes” y “rayantes” noches de principios de los 90’. Seguro que ya sabéis a lo que me refiero Así que la atracción era demasiado grande como para dejarla pasar.

Aquí arriba tenéis algunas de las etiquetas ya quitadas. La que cito unas líneas más arriba es la del careto verde sobre fondo negro, una elaboración de la alemana Kaiserdom, de Bamberg.


Entre todas ellas, un clásico que me rápidamente engatusó mis ojos fue una “blonde tripel” (o eso decía la etiqueta…) de La Trappe no excesivamente vieja, concretamente del 1998, y que aún no teníamos en la colección. Como os podéis imaginar, tras quedarme prendado de su etiqueta, y tras unos cuantos “tira-aflojas” con el propietario, me terminé haciendo con ella. Ya sabéis, la tozudería del coleccionista…

Pero aquí no terminó la cosa ya que una vez en casa pensé “total, si el famoso Kulminator de Amberes tiene botellas con más de 20 años no creo que por probarla me lleve mucho más que un ligero dolor de barriga…”.

Sin enfriarla ni nada, la serví directamente en una copa y tras una fugaz pero aparentemente abundante espuma inicial quedó un mar en calma con un precioso color cobrizo atravesado por algunos reflejos más claros. En nariz se ofrecía un tanto rancia, con notas predominantemente alicoradas, tostadas y como a frutos secos, pero descompensada y con ciertos toques de senilidad muy poco sugerentes. En boca, el único sorbo que me atreví a darle no ofrecía mucho más, sosa y pasada, sin cuerpo, muy lineal y sin apenas carbonatación (aunque cierto es que mayor de la esperada).


Tras el pequeño sorbo, como era de suponer, su destino fue el frío y vil fregadero, ya que las tripas, algo sugestionadas negativamente, empezaban a dar señales de alarma y no era plan de omitir sus sabios consejos…

La pena es que estoy más que seguro de que en caso de haber tenido una buena guarda, la cerveza hubiera dado muchísimo más de sí, pero viendo lo visto, o mejor dicho lo bebido, está claro que este no fue el caso.

Con este post quería rescatar un tema del que ya se ha hablado mucho pero siempre tan vigente. Hablo de las fechas de consumo preferente y las fechas de caducidad, ambas relacionadas pero ni mucho menos equivalentes. Casi siempre suelo poner el mismo ejemplo haciendo una comparación con otro tópico como es el vino. ¿Cuantas veces alguien os ha invitado a cenar a su casa y ha sacado bien orgulloso su Marqués de **** o su Conde de **** envejecido 10 años en su improvisada bodega particular, cuando en realidad la mayor parte de las veces ese vino estaba más cerca de un vinagre de módena viejo que de un buen caldo de uva? Y no es cuestión de ser desagradecidos, ya que estas ocasiones no se suelen prodigar en exceso (y deseo que con este post no vaya a peor ;P), pero si bien es cierto que por lo general está bastante aceptado que sacar una botella de esas características es equivalente a quedar bien o requetebién (cuanto más largo sea el nombre del vino mejor…), independientemente de que el contenido esté “picao” o “recontra-picao”, ¿entonces por qué algunos se afanan en desechar sin contemplación cualquier producto cuya fecha de consumo preferente ha sido rebasada en un solo día a pesar de que se pueda tomar perfectamente?

Dentro de unos límites, y controlando siempre factores externos como la temperatura, la luz, la humedad, o las vibraciones, entre otros muchos aspectos, algunas cervezas envejecen como mínimo igual de bien que un vino. Y lo dice alguien cuyas tripas han experimentado bien los límites de la caducidad, y como podéis comprobar, la curiosidad no mató al gato. Así que ¡¡¡a experimentar!!!

P.D. Ahora para deshacer el entuerto me voy a tomar una de las varias Chimay azules que tengo aguardando su momento desde 2008, que ya iba siendo su hora.

1 jun 2011

Sorteo Cervezalandia & Guineu.


Aprovechando que a penas faltan 10 días para una de las citas más importantes del panorama artesanal peninsular como es la Fira de Mediona, que este año tendrá lugar el sábado 11 de junio, y además, para celebrar que por lo visto las cervezas de Guineu son las artesanales peninsulares más vendidas en USA e incluso Garrett Oliver (maestro cervecero de Brooklyn Brewery) está encantado con Riner y está haciendo guardas con sus cervezas, Ramón de CERVEZALANDIA vuelve a tendernos la mano a los aficionados a la cerveza y esta vez ha decidido sortear nada más y nada menos que 5 lotes con la gama completa de GUINEU (Ca L’Arenys).

Por tanto cada lote incluirá 6 cervezas: Montserrat, Coaner, Antius, Sitges, Riner y Rocaters.


La forma de participar es muy sencilla ya que únicamente será necesario escribir un comentario relacionado con la microcervecera, con sus productos o con cualquier tema relacionado. Dicho comentario deberá tener un nombre y en el momento que se sepan los ganadores se les pedirá el email para poder contactar con ellos.

El plazo límite para participar es hasta el día 20 de junio. El día siguiente, es decir, el 21 de junio, aquí publicaremos los 5 ganadores.

BASES DEL CONCURSO.

- Solamente podrán participar aquellos mayores de 18 años.
- Debido a cuestiones de logística, los premios sólo se enviarán a la península y Baleares.
- Del mismo modo que en el sorteo que tuvo lugar en Justanotherbeerblog, a todos los participantes se les asignará un número y el día 21 de junio anunciaremos los números premiados. No hace falta decir que tendréis que fiaros de mi más buena fe para con el sorteo.

Si alguien no está de acuerdo con estas bases agradeceríamos que no participara en el sorteo y sobretodo rogamos corrección en los comentarios.

Aquí tenéis el enlace de la tienda en el que podéis comprar estas cervezas Guineu además de otras muy interesantes de todo el mundo.

29 may 2011

Mejores cervezas del mes: Mayo.

Ya estamos otra vez a finales de mes por lo que también llegan las diferentes cervezas que más nos han gustado. Este mayo la cosa se ha presentado verdaderamente movidita y hemos tenido nuestras "dificultades" para poder elegir sólo unas pocas así que esta vez el listado ha aumentado en número. Ojalá todos los meses se nos presentaran estas mismas "complicaciones"…

Si recordáis, durante el pasado abril, el lúpulo no tuvo tanta presencia en esta lista como otras veces, pero este mayo, como queriendo recuperar su trono, nuestras queridas florecillas verdes vuelven con más fuerza si cabe.

La primera de las cervezas es la danesa Mikkeller I Beat You, una elaboración que nos dejó realmente impresionados por su cremosa textura en boca y porque pese a los sabrosos y corpulentos que se presentaban los lúpulos, estos estaban realmente bien compensados.


La siguiente es la Thornbridge Jaipur. Varios conocidos nos habían hablado muy bien de ella y de sus elaboradores así que cuando vimos la oportunidad de conseguirla ni lo pensamos (aunque tuviera que venir desde U.K.). Se trata de una IPA inglesa con cierto toque yankie por sus lúpulos, aunque estos, a pesar de no esconder su procedencia, no saturan los sentidos como un tsunami, más bien todo lo contrario, están muy pero que muy bien neutralizados. Refrescante, cítrica, herbal, un punto dulzona de fondo pero bien equilibrada y con una entrada y paso por boca realmente fácil. Ideal para tomarse unas cuantas pintas sin salir perjudicado. Otra que se vino de viaje junto con la anterior fue la americana Goose Island IPA. Hacía tiempo que no probábamos una yankie lupulera tan ligera y a la vez tan redonda, casi mascable, con mucho lúpulo pero también contrarestado por un sabroso fondo afrutado con destellos herbales y un punto especiados. Y lo mejor de todo es que tan solo tenía 5,9% de alcohol. Verdaderamente espectacular.


Por si no había bastante lúpulo en todo el mes, gracias al amigo Ramón de Cervezalandia pudimos probar la Rogue Yellow Snow en barril de 5L. Los que leáis de normal este blog sabéis de sobra que hasta el momento las diferentes Rogue que habíamos probado nos habían decepcionado casi siempre, a pesar de su fama (y sobretodo de su precio). Pero esta IPA con sólo 6,2% de alcohol, aparentaba un cuerpo mucho mayor y se dejaba tomar muy, muy bien, con la carbonatación justa y cargada con jugosos lúpulos amarillo (70 IBUs). Sin duda marca un antes y un después aunque también os tengo que decir que por lo visto en botella de 66cl vuelve a decepcionar según nos comentó Ramón, así que ya no se que pensar con esta cervecera…


Pero dejemos tanto lúpulo por un momento… A mediados de mes también probamos por fin algunas muestras de la famosa cervecera belga Urthel. He de reconocer que tanto la Vlaamse Bock como la Hop-it se nos quedaron algo cortas, pero la Urthel Samaranth es sin duda una de las mejores belgas que hemos probado en este último año. Una quadrupel muy proporcionada, sabrosa, con las lógicas notas dulzonas, tostadas y especiadas pero con el alcohol, aunque presente, nada cansino. Todo a través de una excelente y fina carbonatación y una textura sedosa realmente agradable. Deliciosa.


Tras ésta, la sorpresa llegó con las japonesas Hitachino, aunque también es verdad que su precio tampoco era precisamente bajo como para no esperar algo de ellas… En primer lugar la Hitachino Japanese Classic Ale, una especie de IPA madurada lentamente en barrica de cedro (las mismas que se utilizan para elaborar sake), emulando a las IPA que por lo visto llegaron por estas tierras durante el s. XIX. Esta perla ambarina ofrecía notas acarameladas junto a otras más alicoradas en nariz, y en boca mucha fruta y especias, con el lúpulo y el amargor presentes pero bien integrados y compensados por el sabroso fondo malteado, dando en conjunto una cerveza de cuerpo medio y nada cansina.


La segunda de la casa fue la Espresso Stout, una cerveza que literalmente hacía honor a su nombre por las predominantes notas a café y torrefactas tanto en nariz como en boca, aunque en esta segunda era bastante más comedida. Ofrecía una ligera y agradable textura cremosa y un amargor bastante más controlado de lo esperado. Desde luego estas cervezas nos abren los ojos (o nos los cierran, por aquello de los “ojos rasgados”…) hacia el lejano oriente, que como era lógico, va mucho más allá de lo que hasta el momento nos habían dado a entender las omnipresentes Sapporo, Kirin o Asahi.

Y para terminar, en cuanto a artesanales la cosa ha sido con mucha diferencia lo que menos nos ha costado elegir, y no por comparación con la enorme cantidad de chascos y decepciones varias que nos han golpeado en toda la cara, sino por méritos propios. Hablo de Cotoya, unas cervezas que Diego, su elaborador, nos regaló el pasado verano en nuestro viaje a Asturias, y que tras estar guardadas en la despensa durante casi un año por fin nos decidimos a desempolvarlas, no sin algo de dudas por la excesiva tardanza. Concretamente con una de ellas, la Cotoya Extra 1080, ocurrió precisamente lo contrario ya que al compararla con la supuesta versión nueva, que nos la trajo el amigo Andrés (Lúpulo Feroz) hace un par de meses, la envejecida estaba mucho más redonda y reposada, con la carbonatación adecuada y con unas sabrosas y seductoras notas a chocolate y tostados. Nos gustó mucho.


De las otras dos que teníamos, Ultramar y Llambic de nisos, esta última fue la que más nos gustó. Una cerveza que no sabíamos por donde nos saldría ya que supuestamente era espontánea y con el viaje en coche en pleno julio (y el consiguiente calor) nos temíamos lo peor. Los nisos (una fruta de aspecto similar a la ciruela) le daban un curioso toque, que para entendernos nos recordaron a las notas de la piel de cereza y a endrina, algo herbales, áspera y un punto ácida, dando una sensación seca en boca pero sin que ello fuera en perjuicio de cara a su facilidad para tomarla. Ambas, muy gratas sorpresas. Para que no sirva de excusa eso de que el transporte es la causa de que algunas artesanas lleguen en condiciones dudosas…

Pues con estas dos cervezas artesanas ya está todo el “pescado” vendido. Veremos qué nos depara el caluroso junio, aunque parafraseando a un genio, “mañana más pero no mejor porque es imposible” ya que este mes las gratas sorpresas han sido muchas.

P.D.: No pensaréis que me iba a olvidar de mi querido conjunto azulgrana... Y es que con la de ayer ya van cuatro "orejudas", jeje! Barça, Barça, Baaarça!!!

24 may 2011

En busca de la birra perdida…

No, esta entrada no va sobre la próxima peli de Indiana Jones. Más bien estaba pensando en cervezas limitadas, especiales, rarezas o como quiera que las llaméis. Porque ¿alguna vez habéis intentado conseguir alguna de esas joyas líquidas con una fama que traspasa fronteras con una facilidad pasmosa? ¿Y cuantas veces habéis tenido éxito? Porque por desgracia muchas veces ya sea por disponibilidad, por la gran demanda o por no hablar de los precios prohibitivos que alcanzan algunas de ellas, nos es muy difícil hacernos con algunas de esas cervezas que tantas veces alcanzan el título de leyenda cuando en realidad la mayoría de nosotros ni las hemos probado y probablemente no lo hagamos en mucho tiempo (“nunca digas nunca jamás”).

Recuerdo que hace unos años, cuando nosotros dos empezábamos a acercarnos a este mundillo no tardó en sonarnos un nombre cada vez con más y más fuerza, Westvleteren. Todos los comentarios y referencias a esta famosa cervecera belga, considerada la mejor del mundo según algunos, iban en la misma línea de ensalzar sus magníficos atributos. Aunque te resistieras, irremediablemente acababa entrándote la duda de si sería para tanto o si al probarla existiría un antes y un después, como si todas las cervezas que hubieras conocido anteriormente quedaran desplazadas hacia el rincón de castigo. Y es que no eran pocos los mitos y leyendas a su alrededor (en algunos casos, supuestas realidades…). Que si solamente podías comprarlas en la propia abadía y bajo unas estrictas normas de control, con historias de peticiones por teléfono y bloqueos de posibles nuevas llamadas de tu móvil durante el mes de tu recogida para evitar que hicieras más encargos, con los monjes apuntando la matrícula del coche con el que llegabas cual agente de la C.I.A., que si te obligaban a comprometerte a no venderlas a terceros una vez las tuvieras en tu posesión, y por no hablar de toda esa gente que decía que si los monjes eran o no unos antipáticos por no querer satisfacer la enorme demanda… ¡¡¡Pffff!!! Por si no fuera poco, además, las singulares botellas no tenían ni etiqueta ni serigrafía alguna, y únicamente se diferenciaban por unas sencillas chapas de diferentes colores y cuatro palabras escuetas. Algo surrealista, pero os tengo que ser sincero que, como a muchos otros, el conseguirlas me llegó a obsesionar un pelín.


Por suerte, hace unos meses y gracias a dos amigos pudimos probar las tres variedades, e incluso se nos presentó la oportunidad de repetir en más de una ocasión en una cervecería cercana a nuestra casa (y no vivimos en Flandes… ¡chincharos, malditos monjes!) cosa que tiempo atrás nos hubiera parecido algo increíble. La cuestión es que al probarlas (porque digo yo que su función era ser disfrutadas y no pasar a ser el florero honorífico de algún lugar bien visible de la casa…) nos gustaron mucho, y para ser más concretos, la Westvleteren 12 nos pareció verdaderamente extraordinaria. Pero una vez bebidas, y con un inevitable cosquilleo recorriendo la barriga, surgió la dichosa preguntita: ¿Son realmente las mejores cervezas del mundo? ¿A partir de ahora vamos a sufrir penurias, angustia y aburrimiento porque nada nos va a volver a sorprender?


La respuesta es obvia. No se si serán las mejores o no, pero hay gran cantidad de cervezas muy buenas por la extensa geografía cervecera, mucho más fáciles de conseguir y a precios bastante más asequibles. Además, existen muchísimas elaboraciones realmente interesantes y por desgracia muy poco conocidas. Con ello quiero decir que muchas veces se crea un halo tan y tan grande alrededor de una marca o de un nombre que se magnifica todo hasta desviar la atención de lo básico, y es que simplemente hablamos de una cerveza y no del santo grial que nos dará inmortalidad. Puede que increíble, única, con muchas curiosidades a su alrededor (algo también llamado marketing por otros) pero no deja de ser una cerveza.

Con lo que me quedo tras todo esto es que el encapricharse con un nombre no sirve de nada. Es verdad que tampoco hacía falta probar las tres variedades de Westvleteren para llegar a esta conclusión tan perspicaz (uno que es muy tozudo…) o puede que algún entusiasta piense “si, pero tu ya la has probado, canalla!”, pero es mi opinión, ya que rarezas y joyas las hay a patadas incluso sin desplazarse muchos kilómetros de la propia abadía de Saint Sixtus.

Así que para aquellos que no tengáis la menor idea y andéis algo perdidos y/o abrumados ante tantísimas cervezas disponibles, dejaros llevar ya que normalmente la más sorprendente será aquella de la que menos esperéis.

P.D. Justo antes de publicar esta entrada me comenta mi experimentada asesora financiera, encarnada en mi querida y algo quejica gata blanquinegra, que mis palabras seguramente tengan el efecto contrario al deseado y que las acciones de Westvleteren se dispararán como nunca en su historia. Así que con los tiempos que corren, es momento de que aquellos más audaces inviertan en los afamados bonos del estado trapista para ganar pasta fácil. Como podéis ver en las fotos de abajo, algunos ni se lo han pensado un segundo así que no perdais tiempo dándome las gracias y actuad rápido antes de que explote otra vez la burbuja especulativa…


Estas dos últimas fotos están tomadas de aquí y de aquí.

19 may 2011

Una ronda chistosa...

A una que yo me sé le suelen entrar ardores y se le hinchan los lúpulos cada vez que escucha un chiste malo, así que para tí va uno increíblemente bueno y cargado con mucha lupulina…

¿A que no sabéis cuál es el colmo de un lúpulo con pocos alfa-ácidos?

Tic… tac… tic… tac…

Pues que iba a ser si no… que lo pille un craft brewer en USA y le amargue la vida.

¿Aún estáis en shock, verdad? Por si a caso hay alguien que no lo haya pillado, porque con lo buen chiste que es, seguro que alguno ha quedado por ahí, vamos con una adivinanza más perspicaz y profunda si cabe…

¿De qué color es el lúpulo amarillo de Santiago?

Aquel que responda correctamente a esta segunda pregunta podrá elegir entre una inyección de 200 IBUs directamente en vena o bien pasar una estupenda noche en una de las exclusivas suites que poseen incluida una cama rellena de lúpulos, con lo que ello conlleva para el descanso y relax del cuerpo. Ambas cosas, evidentemente de forma totalmente gratuita dentro del asilo “el hogar del lupulado”, que próximamente tengo pensado abrir en Carrizo de la Ribera, el paraíso del lúpulo situado en León. ¡Ah! Por favor, los alérgicos, absténgase de participar.

Para dar más fuerza al asunto tenéis que poner la voz del gran Joaquín Prats y acompañarlo con la mano mientras gritáis “¡A jugar!”.

P.D. Reconozco que las cervezas de anoche me debieron sentar fatal…

17 may 2011

Últimos cartuchos por Barcelona y despedida.

Después de tres días de ruta birrera nos levantamos el viernes con la idea de dejar de lado (aunque por poco tiempo…) tanta cerveza y así dedicarnos a otros menesteres como el buen yantar o ese callejear del que por el momento tampoco habíamos abusado.

Como cualquier buen viaje a Barcelona que se precie, no podía faltar una ruta por el modernismo recorriendo l’Eixample y Gràcia, así que a ello dedicamos la mañana del cuarto día. Pero antes de ello teníamos la imprescindible parada en ese templo del buen producto que es el Mercat de la Boquería (aunque cada vez que lo visitamos me da la impresión que se está convirtiendo más en una atracción turística que en el impresionante mercado que debería ser) y, como no, el esencial trago de agua en Canaletes.

Extasiados por los colores y formas de los maestros Gaudí, Puig i Cadafalch, Domènech i Montaner y compañía, llegamos al final de nuestra ruta particular a la altura de la Casa Comalat, cerca de la cual nos encontramos una focaccieria con un amistoso nombre, Buenas Migas, en la que tenían una cerveza supuestamente artesanal y que aún no conocíamos, Sóc La Canya. Al leer la contraetiqueta vimos que en realidad se elaboraba en Alemania (no decía más…).

En la foto de la izquierda, la casa de les Punxes. A la derecha, la cerveza de Buenas Migas.

Tras la inesperada sorpresa nos fuimos en metro a un local recomendados por Txema, el archireconocido Bar Tomás en el barrio de Sarrià. Según cuenta la leyenda, en este sitio se elaboran las mejores patatas bravas de Barcelona. Pedimos las famosas “dobles mixtas”, realmente acojonantes, y tras repetir jugada (con el achicharre de lengua consiguiente) pedimos unos cuantos platos para picoteo, todo regado con unas cuantas cañas de San Miguel de barril (no había otra cosa…). Después nos tomamos la tarde en plan relax antes de quedar a las 18h. con Jordi (Joexx entre los bloggers).


Nos habíamos citado en La Cervecita Nuestra de Cada Día (C/ Llull, 184), una cervecería situada en el barrio de Poblenou. El local, relativamente amplio y grande, tenía unas pocas mesas en la entrada y una estantería que recorría todo el local por la zona izquierda y en la cual había muchas artesanales catalanas para llevar, con alguna pincelada de extranjeras (Rogue, Meantime, Anchor…). Al fondo, bajo una preciosa pintura estaba la pequeña barra con 5 barriles: BrewDog Hardcore IPA y 5 A.M., Kwak, Guineu Montserrat y una tal “Landbier”. Nos decidimos, a pesar de haberla tomado en día antes en La Cerveteca, por Brew Dog 5 A.M. además de la excelente Guineu Montserrat, una elección que nunca nos decepciona.

Exteriores e interiores de La Cervecita Nuestra de Cada Día.

Siguiendo con la charla (más futbolera que birrera) nos pedimos una Fort (elaboración de Rosita para El Vaso de Oro, local de la Barceloneta del que os hablamos en la anterior entrada), que no nos dijo demasiado, y su cerveza, George’s Pale Ale, que nos gustó bastante más.


Tras llenarse el local hasta la bandera y al irse haciendo tarde, hicimos las compras pertinentes y nos despedimos (no sin típicos intercambios oportunos…).

Después nos fuimos a otro de los locales recomendados por Txema (chico, solamente por publicidad me debes un plus… ;P), también en el mismo barrio que el bar Tomàs: l’O.K. Sarrià. Se trataba de una hamburguesería con precios algo elevados pero cuyas elaboraciones merecen ese desembolso sin pensárselo un segundo. El local poseía muchas referencias al fútbol americano, con muchas gorras y banderolas, pero además, con el pin-ball de la entrada y algunas alusiones más a la cultura yanqui en forma de carteles y fotos, daban en conjunto un ambiente peculiar que nos encantó. Tras la larga espera que ya sabíamos de antemano que nos tocaría aguantar (por las colas interminables y el mimo con el que hacen las hamburguesas), por fin nos llegó el disfrute en forma de dos maravillosos óvalos de ternera picada a mano, uno de los cuales será totalmente imposible de olvidar: Chilli Cheese Burguer. Para acompañar pedimos unas cuantas pintas de Damm negra de barril con la cual sinceramente no esperábamos quedar tan gratamente sorprendidos.

En la foto de arriba (aunque no hace justicia al placer) tenéis el maravilloso bocado y la Damm negra.

Algo entusiasmados por la comilona aunque también algo cansados tras tantos días apretando las tuercas decidimos dar por finalizada la jornada ya que el día siguiente nos esperaban unas cuantas horas de carretera.

El sábado, último día en Barcelona, nos levantamos bastante descansados y con la idea de hacer unas últimas compras birreras al tiempo que visitábamos el maravilloso Barri Gòtic y el excepcional modernismo del Palau de la Música Catalana (este último, otra visita imprescindible de Barcelona junto con el Park Güell y La Boqueria, según nuestra opinión).

En la foto, detalle del Palau de la Música Catalana.

Tras esto nos fuimos al Barri del Born, donde teníamos previsto comer en El Xampanyet, un bar intemporal similar a esos otros de los que os hablamos en La Barceloneta. Pero como estaba reventar de gente simplemente cruzamos la calle Montcada para ir a otra de las recomendaciones, el Euskal Etxea, un excelente bar de pintxos que al mismo tiempo funciona como restaurante y asociación que promueve la cultura vasca con exposiciones, música entre muchas otras actividades. Para acompañar la infinidad de deliciosos pintxos que continuamente iban cayendo en nuestras manos os tengo que reconocer que dejamos la cerveza un tanto de lado ya que gustándonos como nos gusta el maravilloso txacolí de Getaria no nos pudimos plantear otra opción.

En la foto, una deliciosa banderilla.

Tras la excelente comida nos fuimos a Gràcia para hacer unas compras express en un par de tiendas de productos de importación (con algunas cervezas curiosas) además de visitar La Maison Belge (C/ del Montseny, 17).


He de reconocer que hace un año o más esta tienda me parecía imprescindible en cualquier ciudad pero dejando claro que la consideramos una buena referencia en el sector por la extensa gama que posee (aunque en la tienda online), la impresión que nos llevamos fue un tanto de chasco ya que esperando una infinidad de curiosidades belgas nos topamos con bastantes menos referencias que en su web y con unos precios algo subidos en comparación con otras tiendas (aunque esto también lo conocíamos). Además, nos quedamos un tanto chafados porque la razón principal de nuestra visita era comprar unos cuantos quesos (otra de nuestras innumerables pasiones), que supuestamente eran algunos de los que tenía el Drunk Monk, pero solamente tenían uno de Val-Dieu. Según el dueño, algo circunstancial…

Algo fastidiados con la “eventualidad” y tras comprar algunas cervezas que teníamos menos vistas, para retomar el buen sabor que la ciudad nos había dejado días atrás decidimos despedirnos de ella en un marco incomparable como es el parc de Joan Miró, coronado con la preciosa escultura “Dama i ocell” del mismo autor, la plaça Espanya y las torres venecianas a un lado y el majestuoso Montjuïc al otro lado. Un espacio único.

El Parc de Joan Miró con la escultura del mismo autor.

Tras esto y con algo de la lógica tristeza que acompaña cualquier despedida nos fuimos hacia el coche dispuestos a zamparnos con mucha filosofía los casi 400 km. que separan Barcelona de nuestro querido Llombai, en Valencia.

Alguno seguro que pensará que se nos quedaron algunos locales cerveceros en el tintero como el brewpub situado en Gràcia (La Cervesera Artesana) o la tienda Rosses i Torrades, entre otros, pero con tal de no terminar hasta los lúpulos de tanta cerveza y de paso con los bolsillos vacíos (tampoco quedaron muy pudientes) pensamos en hacer una buena mezcolanza entre algunos de los más conocidos locales cerveceros y otros locales del buen vivir.

Antes de terminar quisiera acordarme de dos personas sin la ayuda de las cuales el viaje no hubiera sido tan rico y pleno. Por un lado de Jordi (Joexx) gracias al cual pudimos conocer y comprar bastantes curiosidades cerveceras en colmados y tiendas de importación (El colmadito afro-latino, Krakovia, Manjares, De Gusto Portugués, Le Regioni d’italia, y un largo etcétera). Por otro lado, Txema, gran amigo y mejor guía de viajes que tuvo que soportarme mucho antes de partir para así tener bien atado todos los cabos del viaje. Mil gracias a ambos.

Para los que no los hayáis leído, aquí tenéis las demás entradas:

- Drunk Monk y Mataró:
- Llegada a Barcelona y 2d2dspuma:
- La Barceloneta, Born, La Cerveteca, El Flabiol y Freiburg (L’Hospitalet):