Con
esta décima entrada doy por finalizada la serie de posts sobre el viaje que nos
tuvo casi dos semanas por tierras bávaras allá por el ya lejano mes de julio.
En el tintero se quedan algunas visitas interesantes pero espero que con las
nueve entradas anteriores os hayáis hecho una pequeña idea de las maravillas
que aguarda esta región. Además, como sabéis, tengo pendiente contaros las
batallitas vividas por Roma y también se acerca la temporada fuerte de festivales
por lo que había que empezar a pensar en cortar sí o sí ;).
Así que en esta entrada quiero resumir en varios puntos aquellas visitas que
considero imperdibles y algunas cervezas que quedarán para la posteridad, además
de otras experiencias que vivimos no tan cerveceras y también recomendables.
Pero antes de todo eso quería hacer una pequeña reflexión.
Y
es que si algo percibí por cualquier punto de Baviera, por turístico o
tranquilo que este fuera, es que la cerveza forma parte de su cultura sin acaparar
el protagonismo, aunque en algunos casos la impresión para quienes la vemos
desde fuera y sin llegar a rascar más allá de la superficie sea precisamente la
contraria. Quizás una explicación sea el tiempo y el recorrido de tantísimas de
sus cerveceras, varias de las cuales llevan casi un milenio elaborando. O puede
que sea por el precio irrisorio que tienen por allí las cervezas (es raro de
ver alguna referencia de 50cl. por encima de 1 euro en cualquier
getränkemarkt), lo cual evita que la gente las considere un producto gourmet
como si ocurre por aquí con demasiada frecuencia. O quizás tenga que ver con el
carácter alemán, más dado al respeto y a actitudes comedidas que a las efusividades
extremas, más propias de aquí y que nos llevan a modas demasiado efímeras. O más que posiblemente sean estas y muchísimas otras razones, pero lo
cierto es que allá por donde hubiera cerveza (biergarten, festivales…) la gente
daba la sensación de congregarse con la excusa de quedar para lo que fuera y de
paso tomar unas buenas cervezas pero no al revés. Por ello cuando veo los saraos que montamos
alrededor de la cerveza obsesionados con llevar por el buen camino a los pobres
descarriados o leo frases como que por estos lares no existe cultura cervecera
no acabo de estar del todo de acuerdo. La cultura existe aunque cierto es que
labrada con cervezas de una determinada calidad que todos conocemos y aunque es cierto que ni por
número de cerveceras ni por antigüedad podemos compararnos en casi nada con
Alemania, en el fondo tampoco veo tanta diferencia en la actitud de mucha gente
frente a la cerveza. Otra cosa es que queramos ejercer de jueces de calidad y
nos parezca más molón tomarnos pale ales
o sour ales envejecidas en barrica en un lugar
con tropecientas referencias que tomarse unas cañas en cualquier bar de la
esquina.
Por
ejemplo en Mediona, el alma máter de la que han bebido tantas ferias
posteriores, tiene un aire especial, y por muchos elaboradores presentes que
haya y por muchas novedades que se presenten, allí lo más importante es el buen
ambiente y pasarlo bien y no ir únicamente a probar “cosas raras”. Pasan los
años y por suerte no hay cambio. Ni creo que deba haberlo. Y esa sensación es
la misma que tuve por esos lugares auténticos de Alemania, lejos de su archiconocida
Oktoberfest. Así que confío que dentro de veinte años, cuando el panorama por
aquí empiece a estar algo más maduro, cuando se pueda ir a cualquier ciudad y
uno pueda tomar cerveza de calidad sin que eso sea una novedad o un hecho al
que debamos prestar más atención de la estrictamente necesaria, cuando los freaks, raters, beer geeks y
demás “bichejos” seamos minoría, entonces, y solo entonces, seguirá habiendo
cultura como ya la hay, pero con una mayor riqueza y diversidad.
Cervezas.
Podría
escribir un post con decenas de referencias más que interesantes pero si
tuviera que elegir solo cinco serían las siguientes (una va con trampa… ;) ):
-
Augustiner Hell vom Holzfass. Si en
botella es maravillosa, esta Helles cítrica y herbal tirada por gravedad de barricas de madera es algo celestial, mucho más seca y leñosa pero también bebible y adictiva.
- Schneider TAP 5 Hopfenweisse de barril. En botella esta weizen
lupulada es una delicia, pero en barril está más cerca de cualquier elaboración
yankie lupulada tremendamente bebible y equilibrada. Ah, y corta los grasientos
platos bávaros como un cuchillo…
-
Las cervezas en Franconia. Sería
injusto dejarme alguna de las cervezas que tomamos por Bamberg o Nürnberg ya
que salvo alguna excepción casi todas las cervezas franconas tenían un nivel
alucinante, eligieras la fábrica o el estilo que eligieras… Los días que visitamos
esta región me di cuenta de porqué merece la pena viajar hasta aquí y el sinsentido
que es la exportación en según qué casos. Palabra, si tenéis ocasión, perderos
por aquí un par de semanas.
-
Spezial Ungespundete. Aunque Bamberg
sea parte de Franconia esta cerveza merece una mención especial. Hecha por la
única cervecera de Bamberg que junto con Schlenkerla elabora rauchbier, pero
esta joyita de temporada, elegantemente lupulada, me robó el corazón.
Majestuosa.
-
Weltenburg Asam Bock de barril. Tomar
esta deliciosa doppelbock fuera de la fábrica es una maravilla, pero hacerlo de
barril en un lugar tan emblemático y con tanta historia como lo es la abadía de
Weltenburg no tiene comparación. Sorprendentemente equilibrada sin que ello merme su complejidad.
Lugares cerveceros para el
recuerdo.
-
Biergarten del Hirschgarten
(Munich). Se trata de uno de los biergarten más grandes de Alemania, con
asientos para ¡8000! personas, pero aún así tienes la sensación
de estar tan o más tranquilo que en ningún otro lugar, rodeado de ciervos y
árboles. Sin duda este lugar tiene una magia especial, y si encima puedes tomar
la maravillosa Augustiner Hell de barrica…
-
Weisses Brauhaus (Munich). En este
local que aloja el restaurante de la Schneider Weisse, en pleno centro de
Munich, fue donde nos dimos uno de los mejores ágapes de todo el viaje. Por
ambiente, comida y cervezas, posiblemente una de las cinco mejores experiencias.
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Tremendo este plato cocinado con Schneider Aventinus... |
-
Spezial (Bamberg). Schlenkerla se
lleva casi siempre la palma al hablar de rauchbier, pero esta pequeña cervecera
y su restaurante en Bamberg, merecen como poco recibir los mismos halagos si no
más…
-
Gänstaller (cerca de Bamberg).
Cervezas buenísimas, ambiente auténtico sin nada de turisteo, comida de dioses,
trato familiar… Como diría aquel, un local TOP!
-
Augustiner Bräustüberl (Munich). El
restaurante que Augustiner tiene pegado a la mismísima fábrica. Oler a mosto y a
lúpulo en un local situado a pocos minutos del centro de Munich mientras comes
copiosas raciones en mesas comunales con gente ataviada con ropajes tan sugerentes como también estrafalarios es algo que recomendaría mil y
una veces.
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Para qué complicarse con los exteriores teniendo lo que hay dentro... |
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Landbierparadies (Nürnberg).
Posiblemente la mejor tienda de Baviera, especializada en elaboraciones franconas,
prácticamente ninguna conocida por estos lares y con un personal amable y
dispuesto a recomendarte ante una vastísima oferta. Ah, y los precios, como en
Alemania en general, por los suelos…
-
Abadía de Weltenburg. Por las
deliciosas cervezas, la belleza del entorno, la paz que se respira, la comida…
Sin duda entre Weihenstephan, Ettal, Andechs y alguna más, esta es la abadía
cervecera donde mejor lo pasamos.
-
Hopfenland. Poner los pies en la
tierra sagrada del lúpulo alemán es una experiencia inolvidable.
Más allá de la cerveza…
Como
no solo de cerveza vive el hombre, aquí van algunos sitios con encanto que nos
gustaron mucho.
-
Munich. Esta ciudad tiene algo especial, quizás porque el nivel de turismo no sea tan grande como en
otras ciudades europeas, o por su enorme calidad de vida, su seguridad… Aunque ya
la conocíamos de otro viaje, callejear por su centro y visitar sus preciosas
iglesias es una delicia. Y para cuando estás harto de tanto turismo o quieres
montarte un picnic, es una gozada poder tener a dos pasos del centro un jardín como el Englischer Garten, un remanso de paz
gigantesco.
-
Mittenwald y lago Eibsee. Por el sur
de Baviera todo transcurre a otro ritmo, y tanto por la belleza de sus casas y pueblos, como por los maravillosos parajes que los rodean, este enclave es de auténtico
cuento.
-
Berchstesgaden y Königsee. Esta
región situada en el extremo sureste de Baviera, rodeada por Austria, es una
preciosidad. Para los adeptos de la historia, aquí esta el famoso nido de
águilas en el que veraneaba Hitler. Para quienes gusten de la naturaleza, este lago gigantesco
tiene varias rutillas para hacer senderismo. Una región para quedarse una semana
entera sin salir de ella.
-
Nürnberg. Una de las más gratas
sorpresas del viaje ya que siendo la segunda ciudad en habitantes de toda
Baviera, no imaginaba encontrarme con un ambiente tan acogedor y un centro
histórico tan bello. Además, tendréis que visitar esta ciudad si queréis comer las mejores salchichas de toda Baviera.
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Por si hay alguien que se haya perdido con tanta entrada, aquí va un resumen con los enlaces:
1.
München. Hirschgarten, Weisses Brauhaus, Augustiner, Hofbräuhaus, Ayinger, Löwenbräu,
Getränke Oase…
2.
Nürnberg. Landbierparadies, Hütt’n, Alstadthof Hausbrauerei, Goldenes Posthorn,
Café Wanderer…
3.
Salzburgo. Stieglkeller, Urban Keller…
4.
Regensburg. Spitalbrauerei, Historische Würstküche, Kneitinger Brauerei,
Furstliches Brauhaus, Getränkemarkt Frizzz…
6.
Bamberg. Schlenkerla, Ambräusianum, Klosterbräu, Spezial, Fäsla…
7.
Gänstaller.
Y
esto ha sido todo. Espero que hayáis disfrutado leyendo las entradas ni que sea
una décima parte de lo que yo lo he hecho rememorándolas. Ahora os animo a
todos a que os escapéis a Munich o cualquier otro punto de Baviera ya que no
hay nada como verlo in situ para daros cuenta de la
grandeza en todos los sentidos de esta región. Y por último solo me queda dar
las gracias a Diego por aguantarnos todo ese tiempo, por darnos cobijo y por
las cervezas y momentos compartidos. Sin ti, todo esto no habría sido lo mismo.
Prost!