Último día en Asturias y fin del trayecto.
Gijón fue la ciudad elegida para la despedida. Llegamos por la mañana y había salido un día genial: mucho sol y buena temperatura (algo no muy habitual por esta tierra de orbayus…). Tras una corta visita por el paseo marítimo nos fuimos (tras indicación previa de Iván y Andrés) directamente a la calle
Marqués de Casa Valdés, conocida por alguno (todos los derechos reservados…jejeje) como la Milla de la Espuma.
Tras patear las siete manzanas que conformaban la calle y ver que estaba casi todo cerrado a mediodía, pudimos entrar en un sitio. Como lo nuestro es lo atípico, no se nos ocurre otra cosa que entrar en El Capricho de mi mujer (Marqués de Casa Valdés, 14) (no seáis malpensados, que es un bar lituano… bueno, tampoco suena mucho mejor…). Tomamos Svyturys Ekstra de barril y la Svyturys Baltas en botella, para acompañar algo típico de ese país (salchichón ahumado, pepinillos enormes de no se qué, pan negro, etc.). Vamos, típicamente asturiano… (conste que nos lo habían comentado algunos de la CAAC así que no sería tan malo…).
Pero el tema se iba a complicar. A Rosana le empezó a subir la temperatura y se encontraba fatal… Vamos que o el lituano ese no entraba dentro de sus planes o el cuerpo se rebeló porque si! Así que el plan de Gijón se fue patas para arriba (quizás tanto kiko o tanto cacahuete le provocara un colapso…).
Aún así, paseando con tranquilidad, llegamos a
Cimavilla para ver el
Elogio del Horizonte de Chillida, la iglesia de San Pedro (a ver si del sobresalto por ver algún cristo se le quitaba algo de malestar…) y poco más. Cuando estuvimos a punto de volvernos al hotel (a pesar que habíamos quedado con juntarnos con unos cuantos de la CAAC), un ibuprofeno salvador hizo el milagro esperado. Al final parecía que las cervecerías no se iban a quedar en el tintero…
La primera parada fue el Sir. Robert's (Marqués de Casa Valdés, 37), un local repleto de carteles, espejos y demás breweriana. En cuanto a las cervezas, unas 50 en botella y 8 de barril (Kwak, Salvator, Affligem Blonde y Dubbel…), además de un tirador de Foster’s en cada mesa. Nos decidimos a probar la cerveza embotellada para el local ya que la etiqueta era sugerente. A que mala hora nos guiamos por la dichosa etiqueta…
Poco después nos fuimos al
Lúpulo (C/ Premio Real, 12) (no tiene ninguna relación con
Andrés ni con su
Lúpulo Feroz de Oviedo). Local con una decoración algo más sobria, pero acogedor por tanta madera. 48 cervezas en botellín y varias de barril (La Trappe, Guiness, Grimbergen, Spaten, entre otras), una de las cuales estaba en un antiguo tirador del Águila Negra. Esta vez nos decidimos por la astur-belga Belenos Tostada (decente sin más).
Iba pasando el tiempo y Rosana mejoraba por momentos, por lo que decidimos quedarnos a la traca final con los de la CAAC. Para coger un poco de fuerzas paramos a comer algo rápido en un sitio escondido de una callejuela. No era plan de lanzarnos a la batalla de mucho beber y poco comer a la que tanto nos habían acostumbrado los “tragalitronas” asturianos.
Nos encontramos con Andrés (Lúpulo), Vanesa (Lúpula), Iván (Fivixx), Tania e Iván (Chimay) en el Valonia (C/La Playa, 26-28), junto con una plantita de lúpulo** “Fonciellaner” cortesía de Fivixx que se iba a marchar conmigo para Valencia. Un local inmenso, con una barra interminable cargada con 21 tiradores que nos dejó boquiabiertos: O’haras stout, Piraat, Chimay blanca, Kapitel Pater La Trappe Triple y Quadruple, Spaten Bock, Belenos Super, Konig Ludwig, Kwak, Bass (y un largo etcétera) a un precio de entre 3 y 5€ la pinta. Además tenían unas 18 botellas (Samuel Smith, Rochefort, Orval, etc.). Muy espacioso, con muchas mesas y un horno con el que hacían pizzas caseras. Una auténtica barbaridad, aunque para mi gusto demasiado grande todo (soy más de sitios de madera con ese ambiente que da una tenue luz).
Después de terminarnos la ronda nos fuimos al Köln (C/ Marqués Casa Valdés, 47), donde se incorporaría Diego (Cotoya). Se trataba de un local muy acogedor, con buen ambiente y en el que la cerveza Kölsch era la protagonista. De kölsch tomamos Gilden, Gaffel, Früh y Sünner Malz, en los dichosos vasos de tubo (que queréis que le haga… No me gustan nada…), además de un par de belgas.
La próxima parada iba a ser Vincer (C/ Marqués Casa Valdés, 70), un local también muy acogedor y con mucha decoración. Carteles y cuadros para parar un barco, muchos grifos decorando colgados por encima de la barra, botellas expuestas a cual más rara (la vena coleccionista por poco no me explota viendo la infinidad de material de Águila Negra y unas cervezas asturianas artesanales que por lo visto nadie conocía: Reconquista, Hispania, Pelayo, Taramundi, etc.). Tomamos Arend Triple (sorprendente) , Samuel Adams (espectacular, incluso tras el experimento que alguno hizo mezclándola con Arend…), varias Bourgogne des Flandres y creo que una Orval.
El tema etílico iba cogiendo fuerza pero aún así decidimos terminar la ruta cervecera en el Montana (C/ Premio Real, 15), un local con mucha madera y buena música, muy acogedor también. Varios tomamos una Snake Bite, una mezcla entre Spaten Bock y sidra de barril, servida de un tirador realmente llamativo de una serpiente, mientras otros tomaron Rochefort, Bitburger y Gordon Gold.
Más de uno salió del local bastante animadito y de vuelta para el coche un par de belgófilas se fueron quedando retrasadas con una buena cogorza. Algunos querían reengancharse de marcha por Oviedo, pero los valencianos no estábamos para tanto trote (mañana nos esperaban más de 800km. de carretera) así que tras la rápida despedida (son lo mejor, dado que nunca son cómodas) nos fuimos detrás de Diego para llevarnos unas Cotoya suyas (Lambic de nisos –especie de ciruelas-, Extra 1080 y Ultramar). Muchísimas gracias por las cervezas (y por la espera a la salida del parking, jejeje).
A la mañana siguiente aún nos dio tiempo de despedirnos de Chela (aún lo recuerdo llegando con una mochila enorme cargado con el pack turista asturiano: sidra, cervezas, licor e incluso un libro y una foto preciosa en blanco y negro de la fábrica del Águila Negra… Un auténtico lujo (¡demasiado bien te portaste!). Tras el pregón de despedida, un tanto cómico a la par que triste (odio las despedidas), nos fuimos hacia el Lúpulo Tapas para despedirnos de Andrés, ya que nos dijo que tenía una sorpresita en forma de etiquetas para nosotros (y menudo montón de sorpresitas… Nos tiramos un hora y media rebuscando entre las cajas…). Finalmente nos subimos al coche y tomamos carretera para Valencia. Así fue la despedida (pero sólo temporalmente) de esta tierra y de tanta buena gente.
Como dice la canción: “Si pruebas su manzana, te enganchara su veneno”… “Cuanto más lejos estoy, más asturiano me siento”.
Un placer conocer a todos y cada uno de los que habéis hecho de nuestro viaje un auténtico placer: Andrés, Vanesa, Iván (Fivixx), Tania, Chela, Bego, Iván (Chimay) y Diego (Cotoya). ¡¡Mil gracias a todos!!
** A día de hoy la planta de lúpulo está más bien chamuscada… El clima valenciano no es lo suyo…
P.D.1. Nos dejamos infinidad de cervecerías sin visitar por Gijón (Baviera, Abadía, Alt Strasse, etc.), cosa que dice mucho de esta ciudad, pero igual nos pasó con muchos otros sitios de Asturias (Avilés, Luanco, etc.). Gente, no sabéis la suerte que tenéis!
P.D.2. Queda pendiente para la próxima visita comer bien todos los días. Igual así a Rosana no le da otro achaque de esos…