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5 oct 2010

Noche de viernes bávara.

Como ya conté el domingo, el fin de semana fue bastante agitado en cuanto a cerveza se refiere. El viernes, después de la visita al santuario de Ramón en Vall d’Uixó, nos animamos con otro plan para así poder cargar un poco la panza con algo de sólido además de pasarlo bien. Tras unos cuantos quilómetros en coche llegamos a Valencia, más concretamente a la zona del Cedro, para cenar en El Rincón Alemán (C/ Poeta Más y Ros, 70).

En el local, llevado actualmente por un hombretón alemán de esos que tiran para atrás (el acento y el bigote lo delataron rápidamente tras la barra), se celebraba el Oktoberfest (¿habrá algún sitio donde no se festeje durante estos días?) y solamente por eso ya merecía la pena la visita. Después de que Txema y yo fuésemos como unos posesos hacia la nevera a ver lo que había y tras observar el bonito local decorado con breweriana variada, sobretodo latas y cristalería de hace algunos años ya, nos sentamos con unos amigos de Nacho y su pareja a cenar.

La pena es que por no saber que se tenían que reservar nos quedamos sin los deseados codillos de dimensiones gigantescas (aunque más pronto que tarde caerá alguno…). Como entrantes pedimos un surtido de ensaladas y una especie de bolas de carne con salsa de champiñones (Semmelknödel mit champignon), regado por unas refrescantes Dinkel Aker Privat así como unas Sanwald Hefe Weizen de barril (esta última un tanto floja en mi opinión, quizás por el barril).Tras el picoteo inicial llegaron los platos principales, unos Schitzel Natur, lo que vienen a ser básicamente unos escalopes con guarnición (por cierto, con una mantequilla de hierbas realmente buena) y también otro plato (cuyo nombre no apunté) tipo albóndigas planas hechas a base de carne picada, especias y salsa de cebolla.

Este último estaba realmente jugoso y sabroso y fue el claro vencedor de la noche. Los platos principales los regamos con más Dinkel Aker y unas Weihenstephaner Korbinian (doppelbock) y Vitus (weizenbock). Que gozada de cervezas estas Weihenstephaner, nunca me cansaré de ellas!!! Por cierto, más de uno las descubrió por primera vez y la verdad que quedó prendado de ellas… Así que por algo será!

Tras el ágape, con el ambiente cada vez más animado y con las risas invadiendo la mesa, nos pedimos algo de postre. Apenas recuerdo nada más que una especie de mousse con algo similar a mermelada de frutos rojos por encima y una tarta de no se qué. Tanta cerveza tenía que hacer mella en la memoria… Tras los cafés y unos chupitos del archiconocido kirsch (licor de cerezas) que por cierto no tuvieron demasiado éxito (eh, Txema?) nos animamos otra vez con más cerveza para celebrar y brindar con la típica música bávara que reza aquello de Ein Prosit, ein prosit…! zarandeando las Mass (jarras de litro) de un lado a otro, siguiendo el ritmo de la música.


Y así con unos cuantos grados de alcohol de más en sangre, nos despedimos ya que al día siguiente algunos curraban y otros teníamos visita a la 1ª Trobada de Cervesers Artesanals Valencians en Muro, pero esto mejor lo cuento otro día.