Justo cuando falta una semana para el lunes 25 en que publicaré el correspondiente resumen de esta trigésimo tercera edición de #LaRonda, os quiero dejar mi particular opinión aún reconociendo que se me hace algo extraño eso
de contestarme a mí mismo.
¿Cuál
es la realidad cervecera de tu ciudad y qué razones crees que hay detrás de
ello (para bien y para mal)? ¿Crees que en tu ciudad existe una correspondencia
entre la oferta de locales con buena cerveza (tiendas, bares, restaurantes...)
y un público que la demande?
Como
muchos sabéis vivo en Valencia, una de las zonas que lleva años siendo puntera
en cuanto a número de microcerveceras solo por detrás de Catalunya, pero donde curiosa
y sorprendentemente ni la oferta de bares, ni de tiendas, ni de ferias ni tampoco la
respuesta del público ha empezado a moverse (y póngase eso de “moverse” varias
veces entrecomillado) hasta hace muy, muy poco. Sea por la razón que sea, la realidad es la que es y mientras en Asturias, Navarra, o en tantos sitios
que no levantan la voz más de lo necesario trabajan mucho cada día apostando
por un producto desde años atrás dando una respuesta envidiable, aquí en Valencia no solo
cuesta ver una oferta atractiva y de calidad sino que los pocos que la ofrecen no logran captar a
un público suficientemente amplio y diverso dando como resultado eventos en los que casi siempre nos vemos las caras los cuatro de siempre.
Quizás
desde fuera la realidad se ve algo distinta y por eso me gustaría desmitificarlo
un poco en estas líneas. Frases del tipo “últimamente en Valencia estáis que lo petáis,
eventos, bares… no os quejaréis” me las han hecho llegar amigos de diferentes
puntos en más de una ocasión, y eso en mi opinión es fácilmente explicable por el impacto y la visibilidad de redes sociales, webs y demás, pero también por la
idiosincrasia del pueblo valenciano, dado a exteriorizar y vender
hacia fuera cuan grandes somos (¿os suena la America’s Cup, la Formula 1, l'Aeroport de Castelló, la Ciutat de les Arts…?) cuando a la hora de la verdad muchas veces ni somos tan buenos, ni tan
bonitos y además las cosas muchas veces se hacen a medias, como por salir del
paso y hacer caja rápida para luego lamentarnos llorando y buscando los porqués.
La oferta crece y hay
varios bares y tiendas ofreciendo cerveza de calidad, incluso algunas miniferias que aunque no sean la repanocha al menos nos permiten citarlas.
Pero sea por lo que sea, porque no sabemos llegar a ese público o porque no hay
suficiente gente dispuesta a pagar por un producto más caro teniendo un bar en cada esquina ofreciéndole cubos
de 5 quintos con tapa a precios irrisorios, la cuestión es que cuesta ver crecer esto de la cerveza más de lo que uno desde fuera
pensaría que debiera ser. Y así, cuando nos visitan aficionados o elaboradores foráneos a Valencia esperando un edén, frecuentemente se
llevan una impresión menos halagüeña de lo esperado y se extrañan de que no haya un movimiento mucho mayor para el número de habitantes que tenemos…
Tampoco quiero ponerme excesivamente pesimista ya que tenemos razones para esperanzarnos en lo cervecero a medio plazo, pero aún estamos muy lejos de una situación que nos lleve a dar saltos de alegría. Son muchos años como consumidor viendo que esto
“parece que por fin pinta bien” pero al final no termina nunca de arrancar, aunque tratando de ser un poco positivo creo que con mucha
insistencia y trabajo la cosa puede cambiar poco a poco, ya que el nicho de mercado está por explotar. La duda quizás sea saber durante cuánto tiempo habrá que seguir picando piedra...
¿Cómo
explicas que Barcelona tenga una realidad cervecera como tal?
Sin
duda existen muchísimos factores que han influido en ello (apuesta por lo local, el nacionalismo, la situación geográfica cerca de Europa...) y aunque es muy
aventurado y atrevido pretender resumirlos todos ellos en unos pocos párrafos, personalmente creo que si la cerveza ha explotado en Barcelona básicamente es porque hay muchas personas con una mentalidad abierta y dispuesta a encajar nuevas propuestas al tiempo que intentan ser lo más profesionales en aquello que se proponen sin miedo al fracaso.
No pretendo comparar unos sitios con otros, ya que gente así la hay en todas partes, pero la experiencia de años viendo
como se trabaja allí me demuestra reafirma en mis pensamientos y de hecho no hay más que ver como Barcelona (porque tampoco es
justo extender esa realidad a toda Catalunya cuando no es así) es lo que es: vanguardia
y ejemplo en muchos ámbitos como la gastronomía, la moda, el arte, la arquitectura…
Y por supuesto también la cerveza.
Los juegos
olímpicos del 92, celebrados y puestos como ejemplo dentro y fuera de nuestras fronteras, cambiaron una
mentalidad algo derrotista en muchos ámbitos e hizo que la ciudad pasara de estar de espaldas al
mar a estar de cara a él, en lo literal y también en lo metafórico, asumiendo
que podían tomar la delantera en aquello que quisieran. Y este hito hace
veintitantos años cambió por completo la ciudad, la forma de venderse hacia
fuera y por ende la forma en que la gente la percibe.
En
lo cervecero también van muchos años picando piedra, asociaciones pioneras como
Humulus Lupulus, las primeras micros, las primeras ferias de productores
(Mediona cumple este año la friolera de ¡10 años!), bares y tiendas apostando
por calidad cuando en otras partes siquiera alguien se atrevían a ir más allá
del sota-caballo-rey de las belgas y alemanas de importación, o montando un festival como el BBF cuando nadie se atrevía a montar algo realmente profesional, o
abriendo hace menos el Biercab y tirando la casa por la ventana con un proyecto
tremendamente arriesgado aún teniendo las caras que tiene detrás y siendo exitoso
desde el minuto uno, o cuando salió un festival de música como el Birra So acercando la cerveza a otro tipo de
público, o los tours cerveceros en autobús por la ciudad… Etc, etc, etc... Creo que es significativo que los nuevos
locales que surgen, lejos de tener miedo y pensar “aquí ya hay locales, mejor
me voy lejos”, en esa milla de oro cervecero barcelonés que es el Eixample, siguen saliendo más y más locales acrecentando y completando una oferta no solo
de calidad sino muy diversa, coexistiendo cuando los límites
razonables parecerían indicar que esto es inconcebible.
¿Crees
que Madrid tiene un panorama cervecero acorde con su tamaño? ¿Cómo explicas que
aparentemente cueste tanto de arrancar mientras que en zonas como Navarra o
Asturias por ejemplo, tengan un panorama cervecero aparentemente más vivo para su número de habitantes inferior?
Todo
lo que digo de Barcelona desgraciadamente no se si podría decirlo de Madrid. Aunque es igualmente aventurado y atrevido tratar de opinar desde la distancia, y aunque sé de buena tinta que la cosa está cambiando últimamente, me reafirmo en el pensamiento de que
en Madrid cuesta mucho más de lo que debería, algo similar a lo que ocurre en
Valencia pero a lo grande. Y no sólo lo digo yo o amigos de fuera de
Madrid, sino así me lo hacen saber cerveceros de allí o gente que ha tratado de penetrar el muro
que parece existir montando proyectos que no han terminado fraguando.
No
me explico como sigue sin triunfar un proyecto de festival grande y verdaderamente profesional que atraiga a gente de todas partes y lo más exitoso sea una feria (con todos los respetos y sobretodo admiración) en un bar,
l’Europe, con tantas limitaciones. Tampoco comprendo cómo no hay 10
veces más bares de los que hay apostando no solo por esa minoría de beer geeks
sino que vaya con cerveza de calidad sin estridencias a por ese nicho de la cañita perfectamente tirada de Mahou que tanto
parece constreñir el avance. Y lo mismo diría a la hora de aparecer muchas más
microcerveceras y que estas ofrezcan un producto más atrevido… Etc, etc, etc…
Así
que lo siento por todos esos amigos y conocidos que comentan que últimamente el
panorama madrileño está empezando a crecer. Desde la libertad que me da la
distancia, creo que aún siendo eso cierto es justo exigir una realidad
muchísimo más rica y abierta que la actual. Ser positivos, por supuesto; esperanzarse, también; crecer bien y pasito a pasito, claro que sí; pero conformarse y sobretodo echar campanas al vuelo antes de hora desde luego creo que aún no es el momento.
Sin
querer ahondar en las cansinas y odiosas comparaciones, creo que la gente en Madrid
debería dejarse de esa autocomplacencia y dar un puñetazo en la mesa planteándose no
ya el por qué en lo cervecero Barcelona pertenece a una liga en la que juegan otras
ciudades como Roma, Londres o Copenhagen por ejemplo, sino por qué Madrid no
es capaz de ofrecer una oferta cervecera en conjunto que se acerque a la de
Asturias o Navarra o incluso Valladolid con 10 veces menos de población.
Como
excepción claramente quedan las tiendas especializadas, lo único que en mi opinión se
salva de la quema brindando una oferta interesante, variada y con bastante
calidad. Pero la cerveza no puede ser solo eso,
vivir de las novedades y de las frikadas. Eso debe ser un extremo del cuadro, lo que le
da color y luce, pero el fondo y la sustancia deben ser los locales que
apuesten por la cerveza el día a día y para todos los públicos, sin miedo al fracaso, ya que los locales que viven de beer geeks o hipsters son pan para hoy y hambre para
mañana, hasta que pasen de moda o simplemente estos consumidores se cansen.
Así
que resumiendo y para terminar cortando un poco con la línea dura y
crítica del post me gustaría que cada cual, con su realidad social y cultural,
queriendo copiar el ejemplo de otros (o no) según les parezcan aplicables en su
realidad, y asumiendo que el día a día es duro en sitios aún en lugares donde pensamos que
todo es color de rosa, que nos dejemos de excusas y de autocomplacencia y
trabajemos porque la cerveza no se quede en ámbitos aislados de entendidillos y nos pongamos de una vez las pilas para que la cerveza de calidad trascienda esas
barreras llegando a todo un grueso de gente potencial muchísimo más amplio.
¡Salud
y buena birra!