Allí pudimos conocer a su mujer, Rosa, una cervecera bastante más apasionada de lo que me esperaba (aunque conociendo un poco a Ramón no había más remedio…). También conocimos a Robert Schillebeeckx, un belga con mucho recorrido en el mundillo de la distribución de cerveza. Imaginaros un varón de mediana edad, pelo grisáceo, nariz afilada, vestido con deportivas y camisa de rayas, amante de la naturaleza y con mucha aprensión a las fotos y a las cervezas de “gringolandia” (como el las llamó en tono jocoso), pero sobretodo lo que más me gustó, con unos conocimientos de cerveza verdaderamente pasmosos. Según me dijo Ramón se le conoce como “el anticuario de la cerveza”, así que imaginaros las perlas que mueve entre manos.
Hechas las presentaciones, Robert nos explicó que íbamos a ver diferentes ejemplos de cerveza envejecida, tanto en barrica de roble como en botella, así como algún experimento suyo.
Empezamos con una Duchesse de Bourgogne presentada en una botella de 75cl muy conseguida en cuanto a diseño. He de decir que nos sorprendió un poco empezar con esta cerveza, sobretodo sabiendo la admiración que tiene Robert por Alvinne y Struise, y también sabiendo que es amigo de Danny de Fantôme. Pero fue tomarla y nos quedamos todos desconcertados ya que la recordábamos mucho más dulce y un poco más empalagosa, pero en esta versión en botella de ¾ se dejaba tomar sorprendentemente bien. En cuanto a barrica, se trata de una cerveza con 18 meses en roble que luego se mezcla con una cerveza más joven de unos 8 meses.
Un poco confundidos por la grata sorpresa pasamos a las Alvinne. Para quien no los conozca, se trata de una brasserie belga relativamente reciente que en el poco tiempo que llevan en marcha se han caracterizado por hacer cerveza de mucha calidad y continuamente están probando nuevas cosas. Tienen una serie, la Oak Collection, en la que podemos encontrar 11 de sus cervezas maduradas en barrica, ya sea de whisky, calvados o vino.
La primera que probamos, y de la que directamente me enamoré, fue la Alvinne Alvino, madurada en barrica de roble de vino de Borgoña. Muy compleja, destacando por encima de todo unas notas ligeramente ácidas, así como de fruta madura, y con un final muy “avinado”. Lo mejor de todo es que tenía tan solo 5,5% de alcohol, cosa que nos dejo boquiabiertos ya que por cuerpo aparentaba muchísimo más. Realmente espectacular.
A continuación pasamos a la versión de la Alvinne Mano Negra en barrica de whisky escocés Bladnoch. Tuvimos la mala suerte de que por lo visto con el transporte y algún que otro golpe, se había abierto ligeramente el tapón y había sido contaminada. La verdad, en mi opinión y la de alguno más (llamarnos ignorantes) estaba bastante decente, incluso me atrevería a decir que muy buena, pero viendo la cara que puso Robert y sobretodo viéndolo echar la copa efusivamente por el fregadero, pues era plan de dejarla estar. Una verdadera pena.
Extasiados de placer hasta límites inconcebibles pasamos a otra de las brasseries belgas de la cual hace poco conocí sus cervezas y más me ha sorprendido por su enorme calidad. Se trata de Struise Brouwers que según la opinión de Robert, son los mejores belgas haciendo cervezas “fuertes”, mientras que con las cervezas más ligeras son menos competentes (repito, según su opinión). Robert había hecho una especie de experimento y había guardado una Struise Pannepot 2007 madurando en botella 2 años hasta día de hoy, y nos la quiso dar a comparar con la Pannepot Reserva 2006, esta ya con barrica. Quería que nosotros evidenciáramos las diferencias y que comprobáramos si en este caso si era mejor añejar en barrica o dejar madurar en la propia botella.
En la foto no se aprecia tan bien como quisiera pero la de 2006 (con barrica) poseía un color más oscuro (casi negro) además de que era menos expresiva en nariz y poseía un deje alcohólico más marcado. La del 2007 en cambio era más amarronada, más turbia y mucho más expresiva en nariz. En boca que os voy a contar… la 2007 era espectacular, con esas notas tostadas mezcladas con fruta madura tipo pasas y ciruelas, ensalzadas por notas especiadas, y mucho más sedosa y cremosa en cuanto a textura. La de 2006, en comparación, era como si le faltara tiempo para abrirse y ganar en complejidad. En conclusión, y en este caso concreto, guardar en botella sienta mucho mejor que añejar en barrica.
A pesar de la cantidad de cerveza acumulada (y de alcohol…), aún convencimos a Robert (un poco a regañadientes... ya sabeis, historias de holandeses y belgas... ) para que probara la I’j Struis, una holandesa espectacular que Ramón tenía en la tienda. Me pareció realmente buena la primera vez y me lo sigue pareciendo ahora. Ojalá te traigas todas las de la casa, Ramón!!
La velada nos dejó más que alucinados, embelesados, pasmados y toda clase de sinónimos que le queráis poner. Así que no pudimos evitar llevarnos "alguna" que otra joya que tenía por la tienda. Si es que al final me voy a arruinar con la dichosa afición por la cerveza (más bien diría obsesión ya...)!!!!
Gracias por todo Robert, y sobretodo mil gracias Rosa y Ramón. Nos disteis entre todos un día verdaderamente memorable. ¡Ahora sueño todos los días con la cerveza belga en barrica!