Aquellos que sigáis el blog habitualmente puede que el mes pasado echarais en falta una de las secciones habituales: “Las Mejores Cervezas del Mes”. Con tantas entradas como me terminó dando de si el viaje por Bélgica, el septiembre pasó literalmente volando sin un hueco libre. Así que tras el parón del mes pasado, volvemos de nuevo a la carga.
Como decía (y pudísteis leer en los correspondientes posts), en Bélgica bebimos muchas y muy ricas cervezas, así que para no volver a incidir en todas y cada una de ellas, he pensado hacer un breve listado de las que en mi opinión fueron las mejores. En primer lugar, sin ningún tipo de dudas, Cantillon de barril (Vigneronne, Gueuze o Kriek por ejemplo). Por fin he podido comprobar como cambian radicalmente respecto a su versión en botella, increíblemente equilibradas y con una acidez mucho mejor compensada. También nos dejaron pasmados Struise Tjeeses y su versión Reserva, así como la De Dolle Extra Export Stout y Stille Nacht Reserva, todas ellas, cervezas que tardaré tiempo en olvidar. Además de las Cantillon, una deliciosa 3 Fonteinen Kriek de barril fue otra grata y “espontánea” sorpresa (independientemente que las kriek me chiflen…). Y para finalizar no me quiero olvidar de una cerveza sobre el papel más humilde, sin tanto nombre ni autobombo, pero sorprendentemente fresca y lupulada y con un fondo malteado muy conseguido, la St. Feuillien Saison de barril.
Y con poco más pasó el septiembre, ya que tras el viaje, como comprenderéis, vino una semana sin probar un solo mililitro de cerveza para así dar un merecido respiro a nuestros hígados.
Ya en octubre, llegó el mes de las celebraciones y los cumpleaños, con lo que algunas de las mejores cervezas que hemos ido recogiendo en los últimos meses por fin pudieron ver la luz (aunque esa luz fuera breve porque rápidamente entraron en otra despensa…).
La primera fue una colaboración sorprendentemente equilibrada de la mano de la italiana Birra del Borgo y la yankie DogFish Head: My Antonia. Esperábamos una bomba descontrolada de lúpulo y en cambio nos topamos con una cerveza repleta de sugerentes pero comedidos lúpulos nobles en nariz, con notas herbales y cítricas, sobre un fondo cereal muy interesante. En boca mucha fruta tropical así como melocotón y naranja, pero lo mejor, como decía al principio, su tremendo equilibrio. Ni de lejos aparentaba tener 7,5% de alcohol ya que entraba con suma facilidad.
Otra cerveza que en este caso 100% yankie es la Dogfish Palo Santo, muy provocadora en nariz, con recuerdos a barrica, whisky, vainilla, chocolate, frutos rojos y regaliz, principalmente (si, ya sé que parece que esté hablando de algún postre, pero no…). En boca, una entrada afrutada y ácida, con mucha cereza y en menor grado frambuesa, un alcohol que aparece pero se compensa excelentemente bien, y en segundo plano ciruelas y uvas pasas. Cuerpo elevado pero nada empalagoso pese a su textura ligeramente cremosa. Final ligeramente ácido y un punto amargo. Lo mejor, es que todo lo anteriormente descrito se encuentre en perfecta armonía (estos tipos de Dogfish son la repera…).
Para rebajar tanta corpulencia quería comentar dos cervezas belgas. La primera porque nos reconquistó tras una inesperada primera decepción, Urthel Hop-It. La segunda, Urthel Saisonaire, simplemente porque nos pareció una muy buena cerveza. Como decía, hace unos meses pudimos probar la Hop-It (cuando comentamos en esta misma sección su hermana, la Urthel Samaranth) y por cuestiones que desconozco (¿almacén?, ¿transporte?, ¿una mala tirada?), nos llevamos una gran decepción, pese al excelente crédito de que goza esta microcervecera. Así que hace unas semanas la pudimos probar de nuevo, y por fin pudimos comprender esa merecida fama. Una “belgian IPA” en todo su esplendor, mucha fruta, algo dulzona pero excelentemente bien balanceada, sugerentes y aromáticos lúpulos y un atractivo punto amargo. En cuanto a su hermana, la Saisonnere, más ligera y “tomable” (qué mal suena en español y qué fácil lo tienen los ingleses con su dichoso “drinkability”), pero que cumple su función más que de sobras (no me quiero imaginar una tarde de verano delante de una neverita llena…).
Tras este inciso belga, vamos con otra americana, pero que al contrario de lo que pueda aparentar, y más sabiendo su fabricante, no se trata de ninguna bomba de lúpulo ni de una cerveza extrema. Me refiero a Stone Smoked Porter, una cerveza que, como decía, solo con pensar en su fabricante ya te lleva a equívoco. Sus más que discretos 5,9% de alcohol demuestran que algunos yankies también saben hacer cervezas sin multiplicarlo todo por 2 o por 3. En cuanto al aspecto, fascina su color marrón oscuro con preciosos reflejos cobrizos, así como una espuma beige muy esponjosa y duradera. En nariz un sugerente y suave ahumado viene acompañado por maltas torrefactas y en menor medida por café y fruta madura. En boca, paso ligero, ahumados y chocolate, algo de regaliz y un punto final a café que aporta algo de acidez a un final amargo comedido. En conclusión, fácil de tomar, un ahumado contenido, menor del esperado y bien compensado, con la carbonatación justa. Sencillamente genial.
La penúltima es otro ejemplo de maravilloso equilibrio que en ocasiones nos brinda la tierra del tio Sam (no todo lo hacen a lo bestia…), la Sierra Nevada XXX Anniversary Gran Cru. Elaborada tras ensamblar tres de sus más afamadas cervezas (Bigfoot Oak aged, Celebration Ale y la estupenda Pale ale), y tras darle un paso por barrica de bourbon a ¾ partes y el resto dejarla sin barrica. No me negaréis que no apunta alto… En cuanto al aspecto, en mi humilde opinión, quizás la mejor de todas las de este mes (pese a que reconozco que en la foto no se ve una p.m.), rojiza, con destellos ambarinos y naranjas, todo coronado por una espuma ligeramente beige. Espectacular. En nariz y posteriormente en boca, mucho lúpulo jugoso, fruta tropical, maracuyá, piña y mango, un punto ácido y una carbonatación media pero bien integrada. Cuerpo medio-alto y un amargor compensado de forma extraordinaria. Magnífica. Sigo sin comprender como una cervecera con una producción tan elevada como Sierra Nevada mantiene el nivel tan alto en casi todas sus cervezas. Sin duda, una de las mejores cervezas ya no del mes, sino probablemente del año.
Y para finalizar, otra de las cervezas (como muchas de las anteriores) que aguardaba su preciso momento desde hace año y medio aproximadamente en la bodega para una celebración muy especial con mi querida Lúpula (el colofón de tantos aniversarios…). Se trata de otra colaboración entre dos cerveceras de sobra conocidas, Struise y De Molen: la Black Damnation I. Sí, la primigenia (si no me equivoco ya van por la versión nº10…). Una combinación al 50% entre la Black Albert de Struise y la Hel & Verdoemenis de De Molen. Al servirla acojona y atrae al mismo tiempo casi tanto como su etiqueta. Densa, negra, opaca, apenas forma espuma hasta que de repente, como salida de la nada, aparece una fina capa beige oscura. En aroma, explosiva. Detrás de los acaparadores chocolate y café, aparece regaliz, ciruela, pasas y recuerdos tostados. Ya en boca entra cremosa, llenando la boca aún con un pequeño sorbo, el café se apodera de todo aunque deja ciertos resquicios por los que se cuelan un punto de chocolate, regaliz y algún recuerdo similar a madera. Amargor realmente pronunciado, cuerpo elevado, una carbonatación muy comedida y excelentemente integrada que potencia la textura tan cremosa. Posgusto muy largo y cálido (que no alcohólico, ya que a pesar de tener 13% se disimula excelentemente bien detrás de la sugerente amalgama de sabores). Cerveza muy sabrosa, para tomar con mucha, mucha calma (mucho más de lo que ya sería habitual en cualquier imperial stout). No apta para los que no estén muy iniciados con este tipo de cervezas. En mi opinión, casi perfecta (aunque ese casi le falta no sabría decir qué es… ;P).
Y así vestidos de un azabache profundo terminamos esta ronda tan intensa de cervezones que corona este octubre, nuestro mes de los aniversarios. Veremos qué nos depara el próximo noviembre.