No
hace nada os hablábamos de aquellas cervezas que más nos sorprendieron a lo largo del pasado 2012 y casi sin darnos cuenta nos hemos plantado en el último día de enero, con lo
que esto implica: hacer balance de las mejores cervezas que han desfilado por nuestras copas.
La
primera parte del mes estuvo monopolizada casi sin excepción por cervezas de
temporada, elaboraciones navideñas e invernales de las cuales ya os dimos
nuestro particular podio en la interesante propuesta de los
colegas Observatorio Cervecero. El resto del mes no ha sido tan prolífico pero
aún así hay un cuarteto que brilla con luz propia.
En primer lugar, hablar
de Sint Bernardus es hacerlo de toda una institución en Bélgica. Pero hasta un
clásico cómo éste sabe adaptarse a los nuevos tiempos, y cómo ejemplo, St. Bernardus Tokyo. Para quien crea
(cómo yo lo hice a bote pronto) que se trata de un simple lavado de cara
pensando en coleccionistas, sin duda se equivoca. Y mucho. Muchísimo. Los
numerosos cambios y las referencias al mercado japonés de la cuidada
presentación de ésta botella de 75cl. esconden en su interior una de las
mejores witbiers que he probado
jamás. Y eso es decir mucho para alguien que adora las cervezas de trigo. Tras
admirar el arquetípicamente suntuoso y suculento aspecto, nos maravilla su nariz,
rebosante de lógicas notas a trigo y ésteres afrutados así como notas cítricas,
pero curiosamente no se perciben los clásicos toques a coriandro. En boca, lo
esperable, plátano, pan, naranja, textura cremosa...pero con una redondez
encomiable, un ligero especiado por la levadura, muy elegante, acompañado por
un punto herbal lupulado muy fresco que termina por pulir una cerveza sublime
dentro del estilo. Alucinante.
Pero
no abandonemos el océano Pacífico y bajemos un poco más hacia el sur, hasta ese
paraíso terrenal, y también cervecero, llamado Nueva Zelanda. Hasta el momento
son pocas las muestras que nos llegan desde allí, aunque algunas de ellas con
mucha calidad. Si de lúpulo hablamos, ésta maravillosa isla es un edén: Motueka,
Nelson Sauvin, Pacific Gem, Pacific Jade, Riwaka... Numerosas variedades que se
han convertido casi en un clásico entre las elaboraciones actuales. Por ello no
es de extrañar que existan joyas cómo la Mike’s
Organic IPA, una de las mejores cervezas probadas en los últimos meses en
lo que a lúpulo se refiere. En aspecto, bonito color anaranjado, turbidez
media-baja, espuma beige cremosa y persistente. En aroma, una explosión de
fruta (piña, limón, manzana, uva, lichi, un ligero toque a melocotón), terrosa
y resinosa, todo ello sobre una buena base de biscuit. Muy sugerente. En boca
entra muy fuerte el lúpulo, otra vez con notas a fruta tropical, pero dominan
más los cítricos y los recuerdos resinosos muy persistentes, que junto con una
cierta calidez proveniente del alcohol y un final resinoso y seco, hacen de
ella un auténtico cervezón para disfrutar lentamente de cada sorbo. Tratándose
de lúpulo ya se sabe que nada cómo hacerlo cuanto más fresca, mejor, y mejor
aún sería hacerlo en un paraíso cómo es Nueva Zelanda, pero por el momento nos
conformaremos con una humilde butaca en el salón ;).
La
“rareza” del mes viene desde Dinamarca, lo cual es prácticamente decir el
nombre del elaborador: Mikkeller. Pero a diferencia de las “inmundicias” de las que os hablábamos hace tan solo unos días, Orange Yuzu
Glad I said Porter, un pequeño petróleo elaborado con naranjas Yuzu, es una
auténtica revelación. Su color negro azabache opaco y la espuma marronácea muy
cremosa y persistente nos anticipan un buen festín, pero es en nariz dónde empiezan las gratas sorpresas, con notas cítricas, naranja, limón, confitura de naranja
amarga, piel de pomelo… y de fondo, torrefactos y algo de café. Muy sorprendente
al tiempo que sugerente. En boca vuelven los cítricos pero rápidamente dejan paso a los
torrefactos, café así como también en menor medida cacao. Final seco, muy
medicinal, como astringente, pero también fresco. Textura sedosa realmente
deliciosa, carbonatación media y cuerpo medio-bajo que dan como resultado final
una cerveza muy curiosa pero muy fácil de beber, refrescante y bien compensada. Aunque un tanto dado
a los experimentos raros, hay que reconocer que de tanto en tanto Mikkel se
saca alguna joyita de las manos.
Es una pena que no salga entera la peculiar tira cómica de Keith Shore.
Y
cerramos el círculo del citado cuarteto como lo empezábamos, con el edén
cervecero belga. La culpable es Liefmans
Goudenband, una cerveza que aún cruzándose numerosas veces en nuestro
camino no habíamos caído en sus tentadoras fauces hasta hace varios meses, y desde
entonces ha estado aguardando su momento adecuado, hace unos pocos días. Todo lo que
pueda decir de ésta cerveza es poco y todos los calificativos que había leído
de ella, más que merecidos. Se trata de una oud
bruin asombrosa, realmente bien atada por todos los flancos, rebosantes
notas avinadas, uva tinta, cereza y frambuesa, vinagre de módena, mucha madera
vinosa, manzana verde pero también limón en menor medida. Al tomar temperatura
aparece un toque láctico que la termina de redondear. La acidez, bien
compensada, la carbonatación, presente en su justa medida pese a que la frágil
espuma y poco persistente apuntaba a que fuera menor. Una cerveza excelente
envuelta con una presentación inmejorable… todo ello a un precio realmente ajustado. ¿Se puede pedir algo más?
Y así, con un par
de belgas, una neozelandesa y una danesa, termina nuestro particular podio de
este mes. Veremos qué nos deparan los próximos meses.