Los
más atentos seguramente advertiríais que el pasado mes no publicamos el podium
de las mejores cervezas, y es que los diferentes post de la Bretaña francesa
acapararon el protagonismo del blog por completo a finales de agosto. Así que
este mes toca trabajo de concreción y en lugar de juntar las de los dos meses
en una misma entrada hemos elegido cinco cervezas y finalizamos con una pequeña
recapitulación de las mejores cervezas que probamos en Bretaña.
Para
empezar, vamos con una estadounidense con el lúpulo como protagonista, algo que
es casi una excepción según he podido comprobar repasando los posts de los meses
anteriores. Se trata de Hop Master’s,
una “belgian doble IPA” (para los amantes de la friki-taxonomia-cervecil),
elaborada por una de mis cerveceras yanquies favoritas, Hoppin’ Frog. Se muestra de color dorado anaranjado, con una
turbidez media, por la que ascienden infinidad de burbujas minúsculas hasta
formar una espuma abierta pero persistente de color blanquecino. En nariz es
una explosión de matices, con notas a fruta tropical (papaya, piña, fruta de la
pasión…), naranja y limón, y también algo de heno y resina. Muy sugerente. En
boca entra sedosa, con carbonatación de intensidad media pero burbuja pequeña,
y dominan las mismas notas a fruta tropical y cítrica ya citadas, lúpulo
resinoso y floral sobre una base en la que se perciben las lógicas notas a
levadura así como un punto a caramelo y biscuit. Final amargo persistente pero
no excesivamente intenso. En definitiva se trata de una cerveza sabrosa, de
cuerpo contundente, pero que al mismo tiempo se deja beber bien.
La
segunda es una cerveza que me consiguió Fernando “elgolforastitas” (desde aquí
le doy enormemente las gracias), la Fullers
Past Masters Double stout (otra “doble”…). Posee un aspecto realmente
seductor, vestida de negro azabache, totalmente opaca, con una espuma beige
prieta y persistente. En nariz es espectacular, con notas a torrefactos, algo
de café y una pizca de chocolate negro también, y más de forma secundaria
ciruelas pasas y algo de regaliz. En boca entra ligeramente sedosa, con
carbonatación fina, con una amalgama de sabores de la que nada despunta ni
desentona. Entra cítrica para pasar rápidamente a dar torrefactos de forma más
suave que en nariz y muy persistentes. Luego entra en juego el chocolate y el
café de forma elegante aportando un ligero amargor. Cuerpo medio y final a
frutos secos. Una cerveza excelente, redonda, sabrosa y de entrada
sorprendentemente fácil pese a sus nada desdeñables 7,4% de alcohol.
La
siguiente, la Rauchstar, es una
colaboración entre dos de los gypsies
cerveceros con más nombre en la actualidad, Mikkeller y Stillwater. Del primero, Mikkeller, me he encontrado tanto
gratas sorpresas como auténticos chascos para el precio elevado de casi todas
sus elaboraciones. En cambio, las 5 o 6 elaboraciones que he probado de Stillwater
me han dado únicamente alegrías. Así que sabía que no me iba a dejar
indiferente. Se muestra con un color marrón oscuro surcado por unos pocos
reflejos cobrizos, coronada por una espuma beige compacta y con buena
retención. En nariz empieza con un golpe a lúpulo tipo americano, resinoso y en
menor medida cítrico, y luego ofrece frutos secos, madera, algo de heno, sobre
un fondo con mucha fruta oscura destacando la ciruela negra. Se percibe también
un punto ahumado más cercano al bacon que al humo propiamente dicho, pero de
una intensidad mucho menor a la esperada (el nombre sugestiona, y mucho). Ya
hacia el final se percibe también regaliz negro. Muy curiosa. En boca entra
acaramelada, pero rápidamente toman el protagonismo los lúpulos resinosos que
aportan un amargor que persiste a lo largo de todo el trago. Aparecen de forma
más discreta las notas a humo. Final seco y ligeramente áspero. La sensación de
calidez es muy elevada, aportando cierto picor alcohólico que invitan a tragos
cortos y la degustación pausada. En conclusión, una cerveza ahumada muy alejada
de los clásicos, que no deja indiferente pero en mi opinión bastante
interesante.
Tras
la parrafada anterior, vamos con la Alvinne
Land Van Mortagne, una cerveza a la que le tenía mucho respeto (hay que
mentalizarse para afrontar 13,9% de alcohol) pero que tras probarla os
recomiendo y mucho. En este caso se muestra con un bonito color caoba con
turbidez elevada, espuma beige abundante de bajada lenta que deja un lacing
discreto. En nariz es una auténtica sinfonía y de las buenas, con notas
vinosas, a madera y vainilla, algo de vinagre, fruta oscura tipo grosella y ciruela,
pero también a uva tinta, así como un ligero toque alcohólico mucho más
integrado de lo esperado. Muy compleja. En boca entra con una carbonatación
elevada que ayuda a facilitar el paso por boca. Ofrece notas a fruta negra
dulzona, que también recuerdan a melaza y regaliz, un curioso punto ácido,
recuerdos a reducción de vinagre balsámico, así como un punto a chocolate negro
amargo. Calidez persistente a lo largo de todo el trago y corpulencia elevada,
pero pese a ello no me queda la sensación de una cerveza tosca, empalagosa o
cansina, en parte gracias al punto justo de amargor y la citada acidez. Una
auténtica gozada.
Y
la última, antes del breve resumen bretón, es una de las artesanas que me dejó
absolutamente fascinado hace tan solo unos días, la Agullons Edgard, la cual funcionó como maravilloso maridaje para
nuestra primera “fiesta carnívora” otoñal. Posee un color anaranjado con algunos
reflejos amarillentos, turbidez media y espuma beige de rápida formación y
caída lenta. En nariz destaca el lúpulo cítrico, y en menor medida también
resinoso. Por detrás aparecen notas a melocotón, confitura de naranja y
albaricoque, así como pan y biscuit. En boca entra fluida, con carbonatación
media bien integrada, muy afrutada, con notas cítricas y un punto ásperas hacia
el final, con limón, ciruela amarilla y níspero. De fondo, un punto resinoso, a
levadura y frutos secos. Como si te estuvieras comiendo un bizcocho líquido de
frutas frescas y confitadas, espolvoreado por algunos frutos secos. Hasta el
momento mi admiración hacia las manos de Carlos se centraban especialmente en
su Setembre, pero ahora el gozo lo comparte esta pale ale monovarietal de
Cascade que podría tomar hasta el infinito sin cansarme. Sencillamente
maravillosa.
Y
para finalizar el post, a todo el que vaya a la Bretaña francesa le
recomendaría que no se perdiese:
-
Las muchas y muy ricas stout que por allí elaboran: Philomenn, Penhors, Dremmwel, Lancelot Telenn Du…
-
Lancelot Cervoise. Una cerveza de
gran nivel elaborada a base de plantas y hierbas (no se sabe cuales ya que la
receta es secreta) inspirada en las antiguas cervoise en las cuales no se usaba lúpulo.
-
Tri Martolod Rousse: una
demostración magistral de cómo juntar lúpulos de última generación con otros
más tradicionales y que además la cerveza no sepa únicamente a lúpulo.
-
Tomarse las diferentes ales británicas
en la micro Les Fous, tiradas en hand-pump. Una gozada. En botella, quizás
demasiado carbonatadas.