Para
los que estéis hartos de tanto champán, turrones y polvorones, hoy en el blog queremos
cortar tanto empacho con un post que lleva casi una semana de retraso. Y es que tras la
cuarta edición del FFdA de l’amic
Birraire fueron los amigos Débora y David quienes nos invitaron a otro evento cervecero
digital al que llamaron La Noche más
Oscura (#LNMO) por celebrarse alrededor del pasado 21 de diciembre, día en
el que se celebraba el solsticio de invierno y por lo tanto día con menos horas
de sol.
Con
un nombre tan tenebroso más o menos os podéis haceros una idea de las cervezas llamadas a ser las protagonistas: petróleos, chapapotes y en definitiva cualquier elixir
que no deje pasar un solo rayo de luz a través de ellas.
Tras
mucho rebuscar por el fondo de armario (ese que os quedasteis sin ver en foto
hace unas semanas… ;) ) me topé con un cuarteto de ratoncitos que aguardaban
ansiosos su momento de gloria y sin duda esta ocasión se presentaba inmejorable para
ellos… ¿Os dice algo el siguiente roedor?
Seguro
que la mayoría habéis tenido suficiente para adivinar que hablaba de
Harviestoun, una cervecera escocesa nacida
en 1985 y que según cuentan fue llamada así en honor del ratón que acompañó al maestro cervecero durante los inicios de la fábrica y al que
terminó adoptando como mascota y llamando Harvie.
Entre
sus numerosas y galardonadas cervezas destacan las Ola Dubh, un proyecto que vio la luz en el año 2007 fruto de la relación
de colaboración entre Harviestoun y
los productores de whisky Higland Park,
quienes les suministraron unas barricas que en su día habían contenido sus
galardonados whiskies.
Tras
seis meses envejeciendo una versión subida de alcohol (10,5%) de su conocida porter
Old Engine Oil en esas barricas,
sacaron el primer retoño al que llamaron Ola
Dubh, vocablos gaélicos cuyo significado es “aceite negro”. Según sus
propias palabras fue la primera cerveza madurada en barricas numeradas y
provenientes de una destilería reconocida y a día de hoy han salido hasta seis versiones
distintas (12, 16, 18, 21, 30 y 40) cuyos números se corresponden con los
años de envejecimiento del whisky alojado en las barricas que se usaron después
para madurar durante seis meses cada una de las diferentes versiones de Ola
Dubh.
Anteriormente a este post había podido probar tanto la base como alguna de las envejecidas pero siempre
de forma aislada y sin poderlas comparar entre ellas así que para una ocasión
especial como esta había estado guardando cuatro botellas, la base (Old Engine
Oil) y tres de las envejecidas (12, 16 y 18), para así poder hacer esa cata
comparada al tiempo que lo pasábamos bien intentando sacar alguna conclusión
y/o aprendizaje, o sino seguro que nos echábamos unas risas.
A continuación os dejo nuestra experiencia.
En
aspecto las cuatro son prácticamente
idénticas y salvo la más envejecida creo que es muy complicado diferenciarlas
entre ellas. Muestran un color negro opaco con menor viscosidad de lo que
esperaba sobretodo en las versiones envejecidas. Espuma consistente en cada una
de ellas y con buena retención quizás diferenciables únicamente por un ligero
tono más marronáceo en la versión 18 a diferencia de las demás, más beige.
En
nariz la Old Engine ofrece sobretodo
recuerdos a maltas torrefactas y un punto de café, la 12 también pero se le
suman los lógicos recuerdos a whisky, más concretamente a turba, así como barrica
con un punto de melaza y vainilla. La 16 posee recuerdos más marcados a tabaco
junto con caramelo y toffee. Finalmente en la 18 aparecen más pronunciados los
recuerdos a fruta desecada como pasas y también bayas además de madera y
caramelo
En
boca la Old Engine ofrece recuerdos
a chocolate negro y nuevamente y al igual que en nariz también a maltas
torrefactas, café y un punto de caramelo. La 12 es también torrefacta, con algo
de caramelo quemado y un punto de whisky, corpulenta pero no pesada y con los
matices muy bien integrados y con un equilibrio digno de mención. La 16 ofrece
fruta oscura y café pero sobretodo un toque más marcado a bourbon bastante
menos atado que en la 12. La 18 ofrece recuerdos menos intensos a bourbon en
beneficio de los recuerdos a fruta, bayas, azúcar moreno y un toque picante,
siendo la más equilibrada de las tres envejecidas.
En
cuanto a las conclusiones sin duda la cata comparada me parece sumamente
interesante para comprobar el efecto del uso de diferentes barricas que
contuvieron whiskies con diferente tiempo de añejado. Personalmente esperaba
diferencias más notables entre ellas, especialmente entre las versiones
de 12 y 18 años, aunque también es cierto que posiblemente estas hubieran sido
mucho mayores si la cerveza hubiera tenido más de 6 meses de contacto con la
madera. En cambio me sorprendieron mucho las diferencias existentes (hablo de
matices sutiles, no de algo exagerado) entre las versiones de 16 y 18
años.
Si
tuviera que valorar individualmente a las tres envejecidas me quedaría en
primer lugar con la 18, por complejidad y equilibrio, luego con la 12 por lo
mismo aunque menos sugerente que la 18, y finalmente la que menos disfruté fue la 16 ya que el toque a whisky
más “estridente” se alejaba de la redondez y equilibrio de sus hermanas.
Pero
dejando a un lado todas esas diferencias de matices entre las cervezas la mayor
conclusión que extraigo de la cata comparativa es por un lado la dificultad de confrontar
cervezas tan parejas y con diferencias muy sutiles y por otro lado que probar
tantas cervezas simultáneamente únicamente entre dos personas, con tanto
sorbito en plan “ahora la primera, ahora la segunda, ahora vuelvo con la
primera, ahora no estoy seguro y vuelvo con la segunda, ahora la tercera…” al
final terminamos un poco mareados. Por lo tanto y más allá de lo interesante
que pueda ser probarse a uno mismo a la hora de afinar los sentidos, que puede
estar muy bien como juego y aprendizaje, recomendaría en casos como estos
disfrutar de cada cerveza por separado.
Y
así termino con mi aporte al #LNMO. ¡Larga vida a los petróleos!