Aunque siempre es complicado afirmar algo con tanta rotundidad, tras pensarlo mucho estoy bastante seguro de que este julio que estamos a punto dar por pretérito ha sido el mejor mes del año en cuanto a joyas probadas, cosa que ni de lejos imaginaba ya que habitualmente suele ser un secarral de variedad y calidad, y siempre prima la “refrescabilidad” (menudo palabro…) de las cervezas degustadas. En ello tuvieron mucho que ver dos magníficas e intensas veladas con el buen amigo Txema, una de las cuales también la disfrutamos con otro espléndido coleccionista y gran persona, Jose Ramón, pero también la ansiedad por consumir algunas cervezas que llevaban demasiados meses esperando a ser consumidas en el armario.
Antes de los festines en compañía, la primera que nos dejó sin palabras fue una totémica Birrificio del Ducato Verdi Black Jack, una Imp. Stout añejada en barricas de whiskey escocés Islay y que nos trajimos de la colosal tienda de Alvinne allá por el mes de septiembre. De aspecto es inmejorable, verdaderamente “petrólea”, con una bonita espuma marrón rojiza, abundante y muy porosa pero de rápida bajada. En nariz destacan notas potentes a tabaco, turba y ahumadas, y por detrás a madera así como a torrefactos, café, chocolate negro… Una gozada. En boca, con una textura sedosa y carbonatación muy bien integrada de burbuja pequeña, vuelven las notas derivadas de su paso por barrica, ahumadas, de turba y hoja de tabaco, muy seductoras, sobre un fondo de torrefactos y un punto alcohólico también que dejan una sensación cálida elevada y duradera pero bien compensada. Junto con una acidez marcada, hacia el final aparecen unas pocas notas a chocolate y frutos secos. Una verdadera maravilla.
La segunda cerveza, que sin ninguna duda también podría coronar cualquier podio, es la Amager Galanthus Nivalis. Se trata de una barley wine cálida, sabrosa, que a pesar de los tópicos que ligan este estilo a noches frías de invierno, sirvió maravillosamente como colofón a una estupenda “torrà de carn a la brasa” (creo que no hace falta traducción… :P). Obviando su “fachada”, sobre la cual creo que estaremos todos más o menos de acuerdo, nos encontramos ante un bonito elixir color caoba ligeramente turbio y que forma una espuma poco persistente de burbuja minúscula, la cual termina su fugaz existencia formando un fino anillo. En nariz ofrece mucho caramelo y frutos secos (nueces y avellanas), vino de oporto, mucha fruta oscura (ciruelas, pasas…) que se acentúa y seduce enormemente al ir tomando temperatura, así como madera y un punto alcohólico. Un cocktail explosivo y muy sugerente. En boca entra con una textura menos untuosa de lo imaginado y en ello tiene que ver una carbonatación media pero bien integrada. En un principio destacan las notas a fruta oscura ya citadas, así como muchos recuerdos a madera y una acidez importante (que no desbordada). A lo largo del trago y sobretodo al final se potencia una sensación cálida. También al final aparecen notas cítricas (sobretodo limón) que ayudan a desempalagar esa sensación de calidez, así como un amargor comedido pero necesario y notas a frutos secos. Final seco, cálido y astringente. A pesar de su complejidad, se trata de una cerveza potente pero maravillosamente bien redondeada dentro de lo que cabría para el estilo.
La siguiente fue uno de los numerosos detallazos que quiso compartir con nosotros el buen amigo Txema en nuestra particular QTL (quedada Txemístico-Lupulera… sí, somos unos frikis… :P). Se trata de la ‘t Ij IPA, elaboración de una cervecera holandesa de la cual me declaro un auténtico fan. Para no hacer el post de extensiones bíblicas y también porque uno no estaba para ciertos menesteres, simplemente diré que la recuerdo con un aspecto muy turbio, muy cítrica, con predominantes toques a levadura cual belgian IPA de libro, posgusto astringente, pero bien balanceada. Una rareza que aún no me he encontrado por aquí y que no dudaré en repetir si así se presenta la ocasión.
Pero de toda la nutrida velada del QTL tengo que destacar una cerveza mayúscula, de las que pasa mucho tiempo antes de que te olvides de ella, si es que algún día lo haces. Hablo de la Baladin Xfumé, que el siempre ubicuo y oportuno Txema se encontró envejecida del año 2006 en una tienda que por lo visto desconocía lo que tenía entre manos dado su irrisorio precio de venta. Al igual que la anterior, las papilas no estaban ya para muchos apuntes así que simplemente os diré de esta ambrosía que la recuerdo nula de carbonatación y espuma (algo lógico por el tiempo de guarda), con textura muy untuosa, muy dulce y repleta de fruta madura como melocotón, albaricoques y pasas, pero nada de ahumados como hacía prever el nombre de la cerveza. Una cerveza absolutamente fascinante.
Para terminar vamos con Gisberga Trigo, una cerveza que probamos en Mediona, repetimos en la citada QTL, y dadas las buenas impresiones decidimos repetir pocos días después en casa. Nuestra botella la encontramos algo distinta a la probada con Txema, con mayor presencia de lúpulo y especiada, con una buena base afrutada pero con el cereal menos presente. Cerveza sorprendente, lógicamente refrescante y muy pero que muy bien hecha.
Y con unas cuantas cervezas más disfrutadas y guardadas en el tintero colectivo, damos por terminada esta auténtica bacanal de los placeres birreros. Aunque muy complicado repetir el nivel, seguro que alguna sorpresa nos deparará el mes de agosto, en parte debido a una escapadita que os avanzaré en el próximo post. ¡Buen “birrano” a todos!